¡Sin exámenes!

¡Sin exámenes!

¿Sin exámenes? Así es, yo ya no hago exámenes. Quizás este post no sea del agrado de muchos, no lo pretendo. Ni molestar ni criticar a los que los hacen y creen en ellos. Simplemente a mí ya no me valen y quiero explicar por qué.

El origen

Hace tres cursos, charlando con una amiga que también es profesora, nos cuestionábamos cómo evaluar a los alumnos en Bachillerato, puesto que sólo con una o dos pruebas… no podíamos comprobar verdaderamente si un alumno había aprendido. Mi amiga estaba experimentando y yo decidí probar también. Así es que, en el curso 17-18, en la tercera evaluación, con un grupo de 1º de Bachillerato me lancé a evaluar sin exámenes.

¿Sabéis la primera conclusión a la que llegué? Que valorando todo el trabajo que hacían los alumnos y dosificándolo a lo largo del trimestre suspendieron los mismos que en las evaluaciones anteriores no habían hecho nada. Y que el alumnado trabajador que pinchaba en los exámenes, de este modo tenía una oportunidad de oro para sacar la materia adelante.

También tengo que decir que, por contra de lo que piensen algunos, evaluar sin exámenes conlleva muchísimo más trabajo que hacerlo con ellos: hay que pensar más las actividades y elaborarlas mejor, hacer plantillas y rúbricas de corrección…

Exámenes
Imagen libre de derechos tomada de Pixabay.

En el curso siguiente…

Con la buena experiencia del curso anterior decidí que no haría exámenes en ningún nivel. Y ese año tendría dos 2º de Bachillerato. ¡Qué osada! Reconozco que dudé mucho tiempo de si debía hacerlo o no. Al final, sólo para 2º de Bachillerato opté por una solución intermedia (sí, a causa de la temida Selectividad): hacer pruebas únicamente de la teoría de los temas de Literatura una vez que los hubiéramos trabajado en clase y dedicarles sólo media hora a dichas pruebas.

Es decir: primero proporcionaba el tema teórico a mis alumnos (a través de una carpeta compartida ubicada en este blog). A continuación les proponía actividades diversas para que tuvieran que leer y trabajar el tema: concursos en los que ellos debían elaborar las preguntas, Visual Thinking, pequeñas investigaciones, exposiciones orales… Acabábamos siempre con la «prueba»: treinta minutos y sabiendo qué tema entraba porque era el que habíamos visto en clase. No estudiarlo era evidenciar que no lo habían trabajado y que había falta de interés.

(Aquí me gustaría hacer un inciso para decir que podría no haber hecho estas pruebas ya que, en Andalucía con el cambio del modelo de examen de Lengua en Selectividad, la pregunta teórica sólo valía, (vale) un punto, pero no iba a ser yo quien les dijera que no lo estudiaran. Los temas quedaron todos vistos, la decisión de estudiarlos o no estaba en sus manos.)

En el resto de niveles, hacía pequeñas pruebas para las que ni siquiera avisaba porque siempre las realizábamos tras acabar algún contenido interesante. Pero tampoco me convencía. Si es sin exámenes, debo evaluar sin exámenes, me decía a mí misma.

Resultados
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Resultados

Imagino que os interesará saber cómo fueron los resultados en Selectividad. La mayoría de mis alumnos aprobó Lengua. Alguno suspendió. De los alumnos que sacaron mejores notas hubo varios que estudiaron los temas teóricos con los Visual Thinking hechos en todo el curso. Y quiero contar la anécdota de una alumna que rozó el sobresaliente (8,75, creo recordar). Escogió la opción de examen donde la pregunta teórica era «La poesía desde los años 70 a nuestros días». No se había mirado ese tema, pero se acordó del trabajo que habíamos hecho en clase en el que habían tenido que investigar sobre las vertientes de la poesía actual, reflexionar sobre los modos de hacer y difundir la poesía hoy en día y habían tenido que intentar interactuar con un poeta actual y hacerle alguna pregunta en relación con su forma de escribir, sus orígenes… Todo esto lo expusimos en clase. Así es que decidió elaborar en el momento su respuesta. ¡Salió muy contenta! Y el resultado fue bastante bueno.

En los demás niveles el índice de aprobados aumentó ligeramente debido a lo que ya he dicho antes: de esta manera el alumno que trabaja obtiene un buen resultado frente al temible examen en el que, al que le cuesta más trabajo estudiar y memorizar, falla.

En la actualidad

Tampoco hago pequeñas pruebas. Actividades de diversa índole que voy evaluando o que van autoevaluando ellos. Visual Thinking, cuestionarios, realización de tareas en grupo, exposiciones orales, reflexiones sobre cuestiones de Lengua o Literatura, expresiones escritas, juegos… Todo se puede evaluar (bueno, la creatividad no aparece en ningún estándar, pero de eso hablaré en otro post) siempre y cuando busquemos la manera de hacerlo. Ahora, me fijo más en los criterios (y estándares) para elaborar las actividades que voy a evaluar, aunque todavía tengo que mejorar en este aspecto. Ahora (desde hace dos o tres cursos) también he desterrado el libro de texto de mis clases y me siento menos encorsetada (que me disculpen las editoriales), más libre.

Ahora mis alumnos trabajan más y mejor. Y yo más. Pero veo que aprenden, que disfrutan y que están relajados en clase. Al menos mi asignatura no les genera estrés.

A mí me merece la pena. Cuando vea que el método hace aguas, tendré que volver a pensar cómo hacerlo, mientras tanto, como CREO que funciona, sigo trabajando así. No es ni mejor ni peor que hacer exámenes. Es mi forma de enseñar.

enseñar
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¿Os gustaría compartir vuestras opiniones y/o experiencias al respecto? Os espero en los comentarios. Y si le echáis un vistazo al blog y a las actividades y os gustan, me encantará saberlo.

De cuando un vídeo del mester de juglaría se convirtió en viral

De cuando un vídeo del mester de juglaría se convirtió en viral

Esta semana ha sido rara y emocionante a la par: no todos los días cuelgas un vídeo en Twitter de una actividad de clase y se hace viral. De ahí surge este post, de un intento de reflexión sobre lo ocurrido y lo que seguirá ocurriendo… De cuando un vídeo del mester de juglaría se convirtió en viral: orígenes y conclusiones.

Los orígenes

Para hacer más interesantes las exposiciones orales que mis alumnos de 1º de Bachillerato debían hacer sobre la Literatura medieval, decidí buscar un formato y un nombre distintos. Ya sabemos que muchas veces, con sólo renombrar una actividad, obtenemos mucha más motivación e interés por ella que con el nombre «académico» u «oficial». Por ejemplo, hay veces que he querido trabajar la ortografía en clase. Si llego y digo que voy a hacerles copiar listas de palabras para mejorar su ortografía, seguramente sólo obtenga un «bua» por respuesta. Pero si digo que vamos a hacer un «concurso» de ortografía… la cosa cambia, de verdad.

Así es que, me pareció oportuno que la exposición oral adoptara el formato de las charlas TED. Los alumnos se convertirían en especialistas sobre un tema y, de algún modo, debían inspirar emoción por ese tema (como los auténticos ponentes TED).

Organicé los contenidos de la Literatura medieval hasta el siglo XV incluido y ofrecí el listado a mis alumnos. Tenían que elegir el tema que más le llamara la atención o les gustara. Muchos me preguntaron por algunos pues los desconocían. El proceso de selección fue interesante.

La charla tenía algunos requisitos que debían cumplir:

  • Durar cuatro minutos (segundo arriba, segundo abajo)
  • Realizarla sin leer ningún papel (o con un guion, a lo sumo, que no se debía tampoco leer, únicamente servir como apoyo)
  • Demostrar rigor y profundidad en el tema.
  • Podían darle el formato que quisieran.
  • Emplear un lenguaje adecuado.

La evaluaría con una rúbrica (si la quieres ver pincha aquí) que previamente les había proporcionado en la carpeta de materiales que comparto con ellos.

Entonces… ¿qué pasó?

Un alumno, Carlos, de uno de los dos grupos de 1º de Bachillerato que tengo, me dijo que se le había ocurrido una cosa y que… no me iba a contar nada más, que me quería sorprender.

Llegó el día, pedí voluntarios, Carlos salió el segundo, sacó su guitarra y puso una presentación en la pizarra. Un compañero suyo me animó a grabarlo. Carlos comenzó a tocar en la guitarra unos acordes que sonaban totalmente a música medieval y, al más puro estilo de los juglares, empezó a cantarnos su tema, que no era otro que el Mester de juglaría. El silencio en la clase era sorprendente. La música y Carlos con ella nos cautivaron. Pero cuando llegó al estribillo e hizo una comparación entre los juglares y los raperos modificando el ritmo y la música de la canción como si fuera un rap… Eso fue increíble. En realidad es de las cosas más increíbles que me han ocurrido en clase en estos dieciséis años que llevo trabajando como profesora.

¡Era perfecto! Pues la canción no sólo estaba bien compuesta, era pegadiza, se adaptaba a la idea del juglar, sino que también el contenido era lo que había pedido: hablaba sobre el mester de juglaría. ¡Carlos había asimilado los contenidos de la mejor manera posible, desde la práctica!

Al acabar, el aplauso fue atronador y lo único que pude decirle, para ir recuperándome un poco de la emoción, fue que si podía darle un abrazo. ¡Sí! Muchos han preguntado su obtuvo el diez. ¡Por supuesto!

El tweet viral

Dejé pasar unos días (tuvimos puente) y a la vuelta le dije que si le importaba que lo colgara en Twitter, como muestra del buen hacer en clase. Me dijo que no tenía problema.

Un martes por la tarde subí una parte del vídeo a mi cuenta de Twitter en la que comparto contenido educativo y actividades que hago con mis alumnos, pensando que le gustaría a unos cuantos profes de los que me siguen. Lo que pasó después fue increíble.

El vídeo empezó a tener muchos «me gusta» y mucha gente empezó a felicitarnos. Empecé contestando a todo el mundo (como intento hacer siempre), pero a la mañana siguiente, cuando abrí Twitter y vi las reproducciones y los «me gusta», me asusté. ¿Qué ha pasado? ¿Qué está pasando? Aquello se compartía y se comentaba a una velocidad que se escapaba a mi alcance. No podía contestar a todo el mundo que me había escrito. Me fui al instituto y comencé mi jornada con normalidad. A mitad de mañana me estaban intentando localizar por todas partes porque ABC quería publicar una noticia sobre el vídeo y querían hablar con Carlos y conmigo.

Fotografía libre de derechos tomada de Pixabay

Llamamos a los padres de Carlos, que no pusieron impedimento alguno en que saliera en el periódico y, al final de esa mañana estábamos en la edición digital de ABC. Pero es que, al día siguiente, varias cadenas de televisión y varios programas de radio querían venir al instituto, grabarnos, entrevistarnos, hablar de nosotros. Estuvimos dos horas y media atendiendo medios y, tengo que decir que mientras, las reproducciones y los «me gusta» seguían creciendo a un ritmo vertiginoso. Cada vez que lo mirábamos, nos sorprendíamos más porque parecía de película.

Hoy todavía siguen retwiteando y haciendo comentarios al vídeo, aunque, ni mucho menos al ritmo de los primeros días.

Bueno ¿y con todo esto, qué?

Con todo esto hemos vivido una experiencia única y que seguro nunca olvidaremos.

Además, con todo esto Carlos ha abierto puertas y ventanas para que lo conozcan y para expandir su música, su talento y su creatividad.

También nos ha dado, al menos a mí, sobre el poder que tienen las redes sociales a día de hoy. No se sabe muy bien el origen, pero cuando los engranajes de las redes empiezan a moverse… Hay que tener muy claro que ya no los puedes parar.

Para mí ha sido un orgullo que, después de todos los años que llevo trabajando, aprendiendo, intentando innovar y llevando la creatividad a mis clases, se haya reconocido mi trabajo. No nos pasa a todos los que estamos en la profesión, pero debería. Por eso me gustaría ser la cara visible de otros muchísimos que, igual que yo, no sólo creen en lo que hacen, sino que aman su trabajo, disfrutan con él y llevan el saber y el conocimiento a sus alumnos como mejor pueden.

«Compartir es vivir» dicen…

Fotografía libre de derechos tomada de Pixabay

Por eso este blog, por eso mi cuenta de Twitter y de Instagram, para compartir lo que a mí me funciona y le gusta a mis alumnos. Para que otros profes y otros alumnos puedan también deleitarse de actividades que nacen desde el corazón, con la intención de llegar a los corazones de mis alumnos y engancharlos.

Vista del Tweet

Por eso este blog, por eso mi cuenta de Twitter y de Instagram, para compartir lo que a mí me funciona y le gusta a mis alumnos. Para que otros profes y otros alumnos puedan también deleitarse de actividades que nacen desde el corazón, con la intención de llegar a los corazones de mis alumnos y engancharlos.

Y, por supuesto, porque hay que ofrecer ventanas para que se vea que dentro de las aulas hay personas maravillosas, creativas, motivadas, con interés… y no sólo esa juventud perdida de la que siempre se habla. A la juventud perdida también se la puede encontrar, también la podemos guiar, podemos y debemos ayudarlos a que no se desorienten, a que se aferren al conocimiento y buen uso del lenguaje como una de las armas más poderosas que hay; a que acudan a la Literatura como refugio, como consuelo, como diversión y fuente de entretenimiento.

La Lengua y la Literatura como faro de los jóvenes.

La cultura como uno de los pilares esenciales para construir la sociedad de hoy día.

Y todo esto… por un vídeo.

Annie en mis pensamientos

Annie en mis pensamientos

(Antes de leer la reseña… ¡Aviso! Puede haber algunos pequeños spoilers.)

Lo primero que me llamó la atención de Annie en mis pensamientos cuando cayó en mis manos fue la fecha de publicación, creía que era un libro actual, escrito desde el hoy y, sin embrago, me encontré una obra de 1982 (¡escrita hace 37 años!) que trata de la relación y del descubrimiento del amor entra dos chicas: Liza y Annie.

¿Quién nos cuenta la historia?

El libro está escrito a varias voces. Liza, narradora principal y una de las protagonistas, evoca cómo empezó todo, cómo conoció a Annie y cómo surgió el amor entre ellas casi sin darse cuenta (o quizás sí se daban cuenta, pero no querían admitirlo). Por otro lado, Liza, desde el presente escribe a Annie una carta en la que reflexiona sobre lo que las aleja en la actualidad y nos hace entrever el motivo de su separación unos meses atrás. Finalmente, un narrador en tercera persona mira a Liza escribir a Annie y se adentra en su mente y en su corazón.

Entre las tres voces y a caballo entre el pasado y el presente, conocemos a Liza y a Annie y todo lo que les ocurrió.

Un poco de reflexión…

Annie en mis pensamientos es una obra muy necesaria. Una historia de amor entre dos chicas. Liza y Annie se conocen y algo imperceptible, pero mágico ocurre. Es difícil de explicar hasta para ellas, que no le ponen nombre hasta mucho más adelante. ¡Qué fácil es para una pareja heterosexual enamorarse! No hay que asumir nada, ni darse cuenta de nada, es obvio que lo que sienten es amor. Sin embargo, ¡qué difícil resulta para dos chicos o para dos chicas, darse cuenta de que lo que están viviendo y experimentando, va más allá de la amistad, sobrepasa los límites de ella… de que es amor! Así, en la obra vamos descubriendo, a medida que Liza y Annie lo hacen, cómo se sienten. Está descrito de una manera tan delicada y tan tierna, que es imposible no enamorarse de los dos personajes y querer que consigan ser felices.

Pero…

Pero en todo relato amoroso siempre hay una dificultad, un problema, un agujero negro… y el de Liza y Annie no iba a ser menos, el descenso a los infiernos se va intuyendo a lo largo del libro en una trama secundaria sobre la escuela privada de Liza que se una a la principal y que hace estallar el desastre cuando ambas están completamente desarmadas.

Una montaña rusa de sensaciones, la subida es dulce, divertida; la caída… pone a Liza y a Annie y, por tanto, a los lectores, con el corazón en un puño o, más bien siguiendo el símil de la montaña rusa, con el estómago en la garganta.

Los libros son espejos donde mirarnos

¡Cuántos adolescentes, cuántos jóvenes, cuántas chicas no se habrán visto abocados a una historia como la de Liza y Annie! Sin referentes, sin apoyos y sin comprensión por parte de los demás. Con el monstruo del miedo acechándoles y estropeando un primer amor adolescente que sólo se vive una vez.

“La verdad nos hace libres” dice Liza cuando comprende y se hace fuerte para afrontar el amor. “Ya no hace falta que finjamos ser otras personas nunca más” dice Annie en otro momento de la narración. Ojalá que Liza, Annie y lo que vivieron sirva como aliciente a tantos chicos y chicas LGBT, que creen sentir diferente a los demás, para comprender que no son diferentes, que su amor no es distinto al del resto, que el amor, no tiene calificativos, porque es tan sólo eso… ¡AMOR!

Tres actividades de presentación

Tres actividades de presentación

¿No sabes qué hacer los primeros días de clase? ¿Quieres conocer a tus alumnos y que se den a conocer de manera sencilla y divertida? Te propongo tres actividades de presentación que te pueden funcionar muy bien y que seguro que gustarán a tus alumnos.

¡Allá voy!

Tres objetos

Esta actividad está pensada para realizarla con cualquier nivel. Dependiendo de la edad de los alumnos se puede pedir mayor o menor profundidad en la exposición.

Se pedirá a los chavales tres objetos con los que se sientan identificados y que los definan. Deben presentarse explicando los tres objetos y siguiendo un breve esquema, que se evaluará con una rúbrica:

  • Saludo.
  • Nombre, apellidos, curso, instituto…
  • Muestra de los tres objetos.
  • Explicación de por qué cada objeto es importante para ellos.

Esta es una manera de que vayan perdiendo el miedo a hablar delante de un público y que lo hagan de forma progresiva, ya que se irá aumentando la dificultad de la exposición y se irá profundizando en los contenidos que se precisen.

Música, deportes, libros, ropa, móviles… están entre sus preferencias, pero también la pintura, la naturaleza, la semana santa, los videojuegos, el dibujo, el baile y otras muchas más.

Perfiles de Linkedin

Cada vez más nuestros alumnos utilizan las redes sociales para comunicarse, hacer amigos, mostrar sus fotos y actividades. Este es un pretexto fantástico para hacer una aproximación de estas redes al aula y de que supongan una motivación para el aprendizaje. De ahí surge otra de las tres actividades de presentación: el perfil de LinkedIn.

Quizás esta es una de las redes que aún no conocen nuestros alumnos… vamos a mostrársela. Y que el hecho de no tener ordenadores, móviles o tablets no sea un problema: crearemos páginas de LinkedIn analógicas.

De nuevo nuestros alumnos podrán presentarse y darse a conocer escribiendo un perfil de LinkedIn y contándolo posteriormente a sus compañeros. Elementos esenciales en el perfil serán:

  • El aspecto visual de la página (Debe parecer que hemos accedido de verdad a LinkedIn)
  • Foto o dibujo de ellos.
  • Nombre, apellidos y tres virtudes que los definan.
  • Aficiones.
  • ¿Qué pueden aportar al grupo?
  • ¿Qué les gustaría ser de mayores?
  • Otras cuestiones que nos interese conocer.

Una vez acabados, se pueden exponer oralmente los perfiles en clase y mostrarse en algún lugar reservado para ello.

Juego de los «emotimonos»

Aprovechando el auge de los emojis se puede hacer una actividad de presentación muy divertida y sencilla (doy fe de ello porque mis alumnos de 1º de ESO estaban enloquecidos con el juego)

Necesitaremos imprimir los tres emoticonos de los monos sabios y repartirlos aleatoriamente entre los alumnos. Dependiendo del emoji que les toque, deberán presentarse cumpliendo un requisito. En la infografía de abajo queda explicado

  • Emotimono de los ojos tapados: ¿podrán contestar tres preguntas que no verán ya que están escritas con tinta invisible?
  • Emotimono de las orejas tapadas: ¿serán capaces de leer los labios de un compañero y contestar sus preguntas?
  • Emotimono de la boca tapada: ¿quién se atreverá a responder a preguntas sobre ellos sin palabras, sólo con gestos?

Os aseguro que ha sido una revolución, sobre todo las caras al ver que las preguntas del emotimono ciego estaban escritas con tinta invisible.

¿Y vosotros, qué actividades de presentación hacéis? Podéis compartirlas en los comentarios.

Si quieres conocer actividades de otro tipo, puedes pinchar aquí (para repasar la lírica) o visitar el blog.

El poder de las historias

El poder de las historias

Hace tiempo que quería escribir este post, pero por una cosa u otra, voy dejando el blog aparcado y relegando escribir en él en favor de otras tareas. Este curso me marco como meta intentar escribir con más frecuencia de la que lo suelo hacer, ojalá un post al mes. Pero de lo que venía a hablar no era del blog, sino del poder de las historias.

Desde hace ya tres cursos empiezo mis clases en la ESO contando una historia. Al principio sólo era algún día a la semana y lo combinaba con acertijos, adivinanzas… Pero por demanda de mis alumnos y, por qué no decirlo, por gusto propio, lo he convertido en una costumbre diaria.

Mi rutina

Cuando llego a clase, tras dar los buenos días y soltar mis bártulos tengo por costumbre escribir la fecha en la pizarra y la planificación de lo que vamos a hacer ese día:

  1. Historia.
  2. Anticuaderno.
  3. Doblajes de vídeos.
  4. Actividades de expresión oral.

Me gusta no especificar todo lo que haremos, poner nombres curiosos a las actividades, no decir el título de la historia o cambiarlo por uno menos evidente… en definitiva, crear expectativas en mis alumnos. Y la verdad sea dicha, funciona. Desde que pongo lo que vamos a hacer escucho comentarios sobre qué será esto o aquello o de qué tratará la historia o por qué no tiene título… Otras veces se animan a hacer los comentarios en voz alta y es una bonita manera de comenzar, sin prisas, relajados, charlando tranquilamente.

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Es una rutina que me gusta y que creo que a ellos también. Y el hecho de «saber» qué vamos a hacer los sitúa en la clase y no se sienten perdidos. Tengo que decir que sigo manteniendo esta costumbre gracias al comentario espontáneo de una alumna de 2º de ESO (ya en 2º de Bachillerato) sobre «lo que le gustaban mis clases porque estaban organizadas». Que un alumno te diga eso y más uno de 2º, con 13 o 14 años… es una valoración de las que hay que tener en cuenta sí o sí.

Las historias

Pero, bueno, vuelvo al tema del que quería hablar: las historias. He descubierto el poder tan grande que tienen en los adolescentes (en general en todos los seres humanos). Desde niños nos cuentan cuentos que nos encanta escuchar una y otra vez. Cuentos con los que disfrutamos y nos sentimos identificados. Historias que, al llegar a una edad, dejan de interesarnos. Y es una pena porque nos perdemos tanto…

Mi amor por las historias, de forma directa o indirecta, se lo debo a tres personas: a mi abuela, mi Miqui, que cuando venía a Sevilla y nos encontrábamos, me contaba y me cantaba historias. A mi madre, que desde muy pequeña me acercó al mundo de las historias creando en mí afición por los libros y mi vocación de filóloga. A mi profesora de 2º y 3º de BUP de Literatura, Mª Ángeles Guerrero, quien me descubrió a autores que no conocía y fomentó mi lado creativo, me incitó a escribir.

Historias. De una forma u otra.

Las  historias forman parte de nuestra esencia, están en nuestro ADN. Ya lo dijo Galeano «Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias». 

El proceso

Tengo que decir que desde el primer día que cuento una historia la actitud de mis alumnos no es la misma. Al principio les gusta la idea de perder un rato de clase. Esos minutos les saben a gloria por ser minutos robados a una asignatura que muchos detestan. (Es una pena, pero eso será motivo para otro post)

Después, un día, una historia cualquiera, capta su atención. No es el mismo día para todos. ni la misma historia, pero en unas semanas están todos enganchados y entonces, comienza lo bueno: empiezan a cuestionar el contenido de las historias. Hacen preguntas sobre estas. Empieza a funcionar su imaginación y se plantean la credibilidad de estas: «¿pero eso ha pasado de verdad?», «Sí, claro, los animales no hablan»…

Damos un paso más y exigen una explicación: «¿por qué el final es así?», «¿qué significa la historia?»… Finalmente se genera la magia y surge el debate, son capaces de aplicar las historias a sus vidas, las entienden, las hacen suyas y… aparece el brillo en las miradas, las sonrisa de complicidad cuando la identificación con la historia la puede entender mi amigo/a, el compartir lo que una vez les ocurrió… ¡Es maravilloso! A partir de ese momento las historias se convierten en algo imprescindible en sus vidas y en mis clases.

¡Ay de mí si algún día les digo que olvidé preparármela!

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Gustos y selección

Para continuar, me gustaría hablar sobre cómo realizo la selección de las historias y sobre las que más gustan a mis alumnos.

El hecho de buscar historias, a priori puede resultar sencillo, para eso está Internet. Pero lo cierto es que no valen todas, no les gustan todas, no me gustan todas. Tengo varios libros de cuentos que utilizo y varias páginas de Internet de las que las saco. Elijo según mi estado de ánimo y según «flashes» que me vienen a la mente: ¿Por qué no busco historias o cuentos rusos?, ¿por qué no busco una historia que trate sobre la diversidad?, ¿por qué no…?

Una vez una alumna me dijo que les contara una historia de princesas. La búsqueda fue ardua. No quería algo convencional, la típica princesa con el típico príncipe. La encontré, aunque no la recuerdo. Ese es mi mayor problema. Imposible memorizarlas todas. Tengo una lista y, aunque busco algunas nuevas, voy tirando de las que están en la lista.

Están mis imprescindibles: los peces koi, Momotaro, Marama y el río de los cocodrilos, el aquero y la pulga… Estas no fallan, siempre gustan y si encima añado un poco de teatro y tensión dramática al contarlas… Es un momento indescriptible.

Las que más les gustan son las de amor (cómo no), las que tienen moraleja (al final a casi todas les encontramos una enseñanza), las que tienen un final feliz, aquellas en las que triunfan los buenos, la justicia, el amor… Los valores universales.

Desenlace

Al final las historias llevan a «otras historias» y me he visto organizando una sesión de historias contadas y cantadas con familiares, alumnos y profes para los alumnos del Taller de Lectura. O incluyendo una en la presentación del acto de final de curso del instituto.

Las historias llenan y nos llenan, por eso siempre deben estar presentes, da igual la edad, da igual el tipo de alumno, todo da igual porque en ese momento se crea un ambiente único.

Foto original del Taller de historias contadas y cantadas.

Espero que te haya gustado este post, sí es así y quieres leer otros te recomiendo: Seis actividades orales…

 

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