Tejiendo

Tejiendo

Tejiendo.

Estoy de vacaciones en la Sierra de Cazorla, mi destino desde hace ya ocho años (exceptuando el verano de 2020), mi paraíso, mi refugio, mi lugar de auténtica desconexión. A pesar de llevar viniendo tantos años, siempre me sorprendo con algo nuevo o desconocido y eso es fantástico porque implica que aún mantengo activa la capacidad de sorprenderme que tanto intento desarrollar en mis alumnos. Esta vez han sido unas enormes mantas hechas de ganchillo que adornaban árboles, farolas, ventanas, calles…

Tejidos; mantas realizadas con mandalas cosidos con ganchillo.
Iniciativa creativa de los vecinos de Cazorla

Al verlas mi mente se ha puesto a pensar, a unir ideas, a tejer y he visto que esto era la chispa que podía ayudarme a escribir este post que llevaba tiempo queriendo hacer. Porque quería contar muchas cosas: qué había supuesto este curso, qué actividades había hecho, qué proyectos tenía entre manos, qué otros me han llegado de forma inesperada y he aceptado disfrutando de ellos… pero no encontraba los hilos para empezar a tejer este tapiz y, hoy, la imagen de Cazorla engalanada con el resultado de un trabajo realizado durante el confinamiento para crear redes y salir de la angustia de unos meses grises me ha empujado a escribir. ¡Qué curioso!

Tejiendo redes

Lo primero que he recordado es la historia «El hilo rojo del destino», que me parece sencillamente preciosa y que, durante la pandemia, no pude contar en directo a mis alumnos, pero sí a través de un vídeo que les enlacé en Google Classroom. Nunca quise dejar de contarles historias y menos en el horrible momento del confinamiento. Así que, grababa mis historias y las colgaba en Youtube proporcionándoles el enlace para que pudieran escucharlas cuando y cuantas veces quisieran. Me da mucha vergüenza mostrarlo, por eso lo tengo en oculto, pero si alguien quiere conocer de qué trata «El hilo rojo del destino» aquí lo tiene.

Con esa historia animé a mis alumnos de 2º de ESO a hacerse una foto con un hilo rojo atado al dedo meñique y con todas las fotos hice un montaje para que sintieran que estábamos todos juntos y que, a pesar de las circunstancias, había algo que nos unía: habíamos entretejido nuestro propio hilo del destino.

Tejiendo.

Tejidos; mantas realizadas con mandalas cosidos con ganchillo.
Iniciativa creativa de los vecinos de Cazorla

Sigo tejiendo

Acabó el curso 19-20. Ese que creíamos que había sido uno de los peores de nuestras vidas y, sin embargo, no sabíamos aún que lo que nos deparaba el 20-21, aunque no venía con un confinamiento debajo del brazo, sí venía con cambios que fueron muy difíciles de asumir para todos: profesores, alumnos, padres, equipos directivos, personal del centro… ¡Qué tristes los primeros días! ¡Cuántos «NO se puede hacer»! ¡Cuántas normas! ¡Cuántas cosas habían cambiado!

En esta situación intenté adaptarme y ver las cosas de otra manera y de ahí surgió este post: Reflexiones a la sombra de una pandemia, con mis objetivos para el curso 20-21. Objetivos que he intentado cumplir y llevar a cabo con todas mis fuerzas. Sé que he dejado mucho por hacer y que podría haberlo hecho mejor, pero no he sabido o no he tenido capacidad, así es que, a pesar de que salta la alarma de mi nivel de autoexigencia, me digo a mí misma que he intentado hacerlo lo mejor que podía y que tendré que seguir aprendiendo a hacerlo mejor, por supuesto.

Me gustaría resaltar varias actividades que me parecen interesantes y con las que hemos disfrutado mucho mis alumnos y yo:

Ha habido muchas más, pero no me da la vida para publicarlas y compartirlas todas. No pasa nada, no quiero días de 48 horas para trabajar más. Estas son bastantes de las que tengo publicadas en Instagram y en Twitter y son una muestra significativa de lo que trabajamos, aprendemos y disfrutamos en clase.

Sigo tejiendo.

Tejidos; mantas realizadas con mandalas cosidos con ganchillo.
Iniciativa creativa de los vecinos de Cazorla

Más tejidos, más tapices, más redes…

No podía pasar por alto hablar de mi relación con las RRSS, que empezó siendo «obligada» a raíz de algunas formaciones que hice hace algunos años, pero que ha acabado siendo un grandísimo descubrimiento porque puedo compartir, puedo aprender y crecer e, incluso, he podido crear lazos (tejerlos) con personas a quienes aprecio y admiro a partes iguales.

Adoro Twitter e Instagram y adoro a sus gentes (aunque a veces hay polémicas, malos rollos, haters…), pero todavía me siguen dando más bueno que malo y por eso me merece la pena estar en ellas.

Me siento orgullosa de formar parte del #claustrovirtual, de interactuar con montones de personas interesantes, creativas, comprometidas, generosas… y una larga lista de calificativos positivos.

Me llevo grandes amigos como @xtianolive con quien tengo un proyecto pendiente. Aún no sabemos qué ni cuándo, pero sí sabemos que llegará. T’estimo, amic. Gracias a ti y a @EliaRiudavets terminaré hablando catalán.

#loquehaunidotwitter fue el hashtag con el que colgué la foto de mi última desvirtualización, la más esperada, programada desde hacía tiempo. ¡Qué suerte la mía de haber encontrado a @empiezaporlaA, de haber aprendido de ella, de haber compartido charlas de Whatsapp, conversaciones y una bonita amistad. ¡Por muchos encuentros, risas, confidencias y trabajos compartidos, querida amiga!

@garrilengua y yo hemos compartido últimamente muchos momentos y experiencias: nos encontramos por primera vez en el #EABE19, en una charla suya sobre su maravilloso proyecto Ignorantius y desde entonces ha sido un «noparar», creadores y cordinadores en INTEF, proyectos premiados en SIMO, charlas, mensajes, llamadas, coincidencias, incluso renuncias compartidas. ¡Todavía nos quedan muchas experiencias por compartir, Antonio!

Mis primeras desvirtualizaciones fueron hace unos años y desde entonces conservamos una bonita amistad, ¿verdad @AzaharaTIC y @ManoliFM? He aprendido muchísimo de vosotras tanto en redes como en persona que os estoy enormemente agradecida.

¿Qué puedo decir del resto de mis compañeros de @educaINTEF? @marisabeles a quien deberíais conocer, seguir, admirar y querer muchísimo. El grandísimo @acorpas, brillante entre los brillantes. @javimagomez, creativo hasta la médula. Y Teresa Álvarez, @ammembrilla, @carrascolengua, @erubioperea, @aquimonroy, @joseanprado, @QqCastilloLCL, @Ros_fb, @marudo76… Sé que olvido gente, disculpadme, tengo mala memoria. Y no puedo dejar de mencionar a nuestra @InmaPlaza2, la mejor entre todas las jefas.

Y mucha, mucha más gente: @manueljesusF, siempre serás mi director, @imgende, de quien cualquier cosa que diga se quedaría corta, @tonibernabeu123, grande, sencillo y modesto, uno de mis primeros amigos twitteros, @tonisolano, quien me hizo desear tener un blog (Gracias, Toni), @Nando_Lopez_, (adoro tus libros, tu cuenta, tus tuits…), @dchicapardo, @BeatrizCerdan, @azaruski, @terilope80, @tesiromero, (bonita desvirtualización también en el #EABE19), @PacoPajuelo, @Llopeziborra, @suscastellsegue, @Profe_RamonRG, @doloresojeda1, @ProfeCarlos67, @llume38, @carmeniglesiasb, @fco_carrillo_, @maestrofrantic, @kikeguerrerot, @MonicaLengLit, @PJConesa, @sergmata1, @VirgulillaLa, @AlbaMachado89, @rafadavilo, @AnnMaryMoreno, @MasQCiencia, @raqueldelengua, @ladeidiomas, @ramon_besonias, @puri_lo, @rompiendocalend, @eldylandelaeso, @de_infantil, @maestradepueblo, @larotesmeyer, @miprofematania, @maths4everthink, joseant_crazy… No estáis todos, a pesar de mi memoria os aprecio igualmente.

También mis queridos alumnos y antiguos alumnos. Mis amigas y amigos y compañeras/os. Sabéis quiénes sois y que tenéis un hueco en mi corazón.

Y mi querido Almudeyne, donde deseo quedarme siempre.

Teje que te teje. Tejiendo.

Tejidos; mantas realizadas con mandalas cosidos con ganchillo.
Iniciativa creativa de los vecinos de Cazorla

Tejiendo más

No puedo dejar de mencionar aquí a mi abuela Miqui, la quería con toda mi alma, era una persona única, excepcional, luminosa… era costurera y por algo será que me he dedicado a coser, aunque no sea con sus mismos hilos… ¡Gracias, Miquita!

Desde que @imgende me concedió el inmenso placer de participar en sus #CharlasEducativas hablando sobre el #Anticuaderno, allá por marzo de 2019 (recién confinados), para mí ha sido una sorpresa y una montaña rusa de gratas emociones todo aquello en lo que me he visto envuelta: he participado en el proyecto de Itinerarios didácticos de @educaINTEF como creadora en una primera fase y como coordinadora en la segunda (junto a @garrilengua).

Presenté el #Anticuaderno en SIMO 2020 y fue premiado como Mejor Experiencia Docente Innovadora de Educación Emocional; también me he presentado al @PremioEspiral con la #farmapoesía y, aunque no conseguí nada, disfruté muchísimo del proceso y he aprendido mucho que debo aplicar.

El CEP de Antequera, el CEP de Lora y el CEP de Castilleja confiaron en mí para compartir algunas experiencias sobre bibliotecas, creatividad y actividades de expresión oral y escrita para PLC; y @diegolenguaylit, además, tuvo a bien «coserme» a la @redBESevilla donde el motor que nos mueve es la pasión por las bibliotecas y los libros.

Gracias a Isabel Cortijo algunos de mis alumnos participaron en el homenaje a los maestros que hizo @patriciageaa en @eldiario. Fue muy emocionante.

He publicado algunos artículos para CEPs, páginas educativas (Revista Andalucía Educativa), he hecho una reseña en Graó al primer libro de Cristian Olivé, Profes rebeldes.

He colaborado en la investigación de Carlos y Paula Marcelo, de la Universidad de Sevilla, sobre «¿Cómo aprenden los profesores en una sociedad conectada?».

Recientemente, gracias a @xtianolive, he colaborado con la editorial Penguin en la elaboración de unas guías creativas de lectura, que espero poder pronto enseñar.

Ignasi y Albert de @adondevalaescu me invitaron a participar en uno de sus podcasts sobre educación, experiencia de la que disfruté enormemente, a pesar de estar nerviosísima.

Pablo Esquivel también me propuso una entrevista que incluirá en un libro sobre educación que está escribiendo y que estoy deseando leer.

También he dicho que no a proyectos interesantes porque no podía llevar más cosas encima. No me arrepiento, aunque sí me hubiera gustado poder llevarlos a cabo. Eso forma parte de la costura: tejer para después deshacer puntos o no llegar a hacer otros.

Tejiendo, siempre tejiendo.

Tejidos; mantas realizadas con mandalas cosidos con ganchillo.
Iniciativa creativa de los vecinos de Cazorla

Y el último tejido: mi evaluación

Evaluar, bueno, más bien poner una calificación, es uno de los momentos más duros para mí en todo el curso porque siempre creo que estoy siendo injusta, porque, a pesar de intentar evaluar con diversos instrumentos y de variadas formas creo que hay un componente de subjetividad que me desconcierta. Todavía tengo que aprender mucho sobre cómo evaluar, estoy en ello.

Pero ahora no quiero hablar de cómo evalúo yo, sino de lo que han opinado mis alumnos sobre mí, mi forma de dar clases y la materia; lo que más y menos les ha gustado.

Es curioso porque al tratar con personas tan diversas, hay opiniones para todos los gustos y lo que a algunos les parece fantástico, a otros no les gusta. Trabajar para cubrir las expectativas de todos y que aprenden y disfruten de todo es un grandísimo reto que cada día tengo más presente y más claro. Tengo que luchar para que mis clases proporcionen a todos mis alumnos lo que necesitan y para que sean tan variadas que puedan abarcar los intereses de todos. Difícil y apasionante a partes iguales.

Entre las actividades mejor valoradas están:

  • En 1º de Bachillerato: el tráiler sobre la literatura del siglo XVI; el Visual Thinking; la presentación el estilo René, la lectura dramatizada y el knolling.
  • En 2º de ESO: el #Anticuaderno (gana por goleada); las historias; la definición de oro; el teatro improvisado; el proceso de un libro y algunas actividades de expresión escrita.

Entre las menos valoradas:

  • En 1º de Bachillerato: la sintaxis; trabajar con teoría; las exposiciones y los comentarios.
  • En 2º de ESO: la sintaxis.

Está claro que tengo que darle una vuelta de tuerca a cómo hacer la sintaxis y las actividades más formales, como los comentarios de texto, más atractivas y motivadoras para mi alumnado.

Tejidos; mantas realizadas con mandalas cosidos con ganchillo.
Iniciativa creativa de los vecinos de Cazorla

Algún alumno pide hacer exámenes. Entiendo que sentirse evaluados sin «el instrumento» por excelencia, a algunos los desestabiliza (sobre todo a los que tienen notas muy altas) y piensan que no pueden explotar todo su potencial. Disiento y seguiré abogando por usar instrumentos diversos para poder evaluarlos. Creo que todavía tengo que ser más clara con los criterios de evaluación de cada actividad (la mayoría con rúbricas explicadas y colgadas en Classroom) y con el feedback tras cada actividad. Ahí aún tengo mucho que hacer, no puede ser que al recibir de vuelta una actividad solo miren el número y a muchos no les interese cómo mejorarla.

Quizás por esto algunos piensan que debería valorar más el esfuerzo que hacen, que, en mi opinión, es mayor así que con una prueba tipo examen. Esta forma de evaluar implica mucho más trabajo y que sea más continuo por parte del alumno. Centra el proceso de aprendizaje en ellos y cambiar esos esquemas cuando siempre lo han recibido de otra manera es complicado. No echo la culpa a nadie, solo digo que yo tengo que esforzarme mucho más para poder transmitirles que así aprenden mejor y que lo importante es aprender, no el número.

Por tanto… ¡sigo tejiendo!

Todo lo que queda por venir

Si miro al horizonte descubro que queda tanto por hacer, tanto por aprender, tanto por enseñar, tanto por compartir… Tanto por crear…

¡Quiero seguir tejiendo! ¡Tejiendo!

Mirando al horizonte, hacia la Cerrada del Utrero, en la Sierra de Cazorla.
Cerrada del Utrero, Sierra de Cazorla
Reflexión a la sombra de una pandemia

Reflexión a la sombra de una pandemia

En este 2021 me he propuesto escribir un post cada mes para reactivar un poco el blog. Así es que aquí estoy, dándole vueltas a qué actividad puedo compartir o de qué tema puedo hablar, pero la verdad es que lo que me apetece es hacer una reflexión sobre lo que ha sido el primer trimestre y sobre ideas que me rondan la cabeza desde hace tiempo. Creo que va a ser un post de desahogo, más que otra cosa.

Corazón, cerebro, brújula
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El primer trimestre

A este título habría que ponerle una música de fondo al más puro estilo de las películas de miedo. (Me imagino la famosa melodía de instrumentos de cuerda de Psicosis y… )

Y es que ha sido el primer trimestre más duro y extraño de todos los que he vivido en los diecisiete cursos que llevo trabajando como profesora.

Comenzar el curso después de un confinamiento, con miedo, con tantas normas, sin poder trabajar como lo hacía siempre, me creó mucha incertidumbre. Logré superarla pensando que tenía que reinventarme y marcarme unos objetivos sencillos para poder cumplir y que mis alumnos los conocieran para que pudieran «darme un toque» si me alejaba de ellos o no los cumplía.

Estos eran (bueno, lo siguen siendo)

Reinventarme

Sin duda lo primero que pensé que debía hacer era reinventarme. Pensar cómo podía dar mis clases sin saltarme las normas ni arriesgar la salud de nadie, pero sin perder la esencia de mi forma de enseñar.

Cerebro, bombilla
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Lo intenté y lo sigo intentando. He tenido que dejar atrás mucho trabajo colaborativo y actividades que implicaban movimiento por la clase (sobre todo en la ESO), pero he puesto todo mi interés en no convertirme en un autómata que llegue a clase, limpie, pase lista, abra las ventanas, hable durante el tiempo que queda y se vaya a otra clase.

Los primeros días me causó mucha tristeza ver a los alumnos tan callados, tristes, serios, asustados… Todos siguiendo las flechas de dirección que hay por todos los suelos de todos los pasillos. Luego se me ocurrió una idea sobre las flechas que llevaré a cabo en el segundo trimestre y que ya contaré cuando la finalice.

Las flechas me cuestionaron mucho y me hacían sentir que tenía que seguir el camino que nos habían marcado y que no me podía salir de él. Y me asfixiaban. No soy de incumplir normas, pero tampoco soy de hacer lo que hacen los demás. Así es que… ¡imaginad! Hasta unas simples flechitas en el suelo me habían removido por dentro.

Flechas, mujer
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Ahora convivo con ellas, no me gustan, pero las respeto, aunque tengo que decir que hay días en los que me encuentro de forma inconsciente andando como una kamikaze en sentido contrario. Pego un salto y vuelvo al «camino». Pero como les dije un día a mis alumnos de Bachillerato: «se pueden seguir las flechas y caminar haciendo eses». Tendremos que salirnos de la monotonía de alguna manera ¿no?

Aprender. Hacer aprender. Emocionar.

Un segundo objetivo tan «sencillo» como el primero.

La primera que tiene que tiene que seguir formándose soy yo. Porque la enseñanza cambia de un día para otro. Ahora resulta que damos clases semipresenciales; tenemos la mitad de alumnos en casa y la otra en clase. Nos conectamos con ellos por plataformas que nos han permitido bajar la ratio y que sigan aprendiendo, pero antes he tenido que aprender yo.

Y no sólo aprender a usar de estas plataformas y medios técnicos (que ya usaba antes), sino también en cuanto a nuevas metodologías, nuevos modos de llegar a mis alumnos, nuevas maneras de intentar hablar sus lenguajes para no sentir que me quedo estancada y que me alejo de ellos. Porque creo que si permanezco cerca de ellos podré hacerles aprender mejor.

No enseñar, hacer aprender. Que los protagonistas son ellos y que con tanto acceso a la información, con la velocidad a la que todo va cambiando, con las nuevas profesiones que surgen y las demandas respecto a estas, hay que ayudarles a que aprendan. El «aprender a aprender» que seguro que a muchos les suena…

Torre, libros
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Emocionar. He comprobado que, después de muchos años, los alumnos recuerdan los contenidos de aquellas clases en las que se divirtieron, de aquellos trabajos que fueron «diferentes», de aquellas actividades que rompieron la monotonía y que, aunque debajo tenían una base de contenido, venían envueltas en un papel de celofán que las hacía más llamativas.

Transmitir mi amor por la Lengua y la Literatura

Hoy, precisamente, les decía a mis alumnos de un 2º de ESO, que yo amaba a las palabras y que, para mí, una imagen no valía más que lo que podían transmitir mil palabras (Ha sido una reflexión que hemos hecho a raíz de intentar llegar a una definición de qué es un texto)

Libro, amor, corazón.
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Pues eso, que quiero seguir transmitiendo mi amor por las palabras y por los libros. Por esta razón, a veces, como hoy, me llevo libros a clase, los saco, con cualquier pretexto, y les hablo de ellos. (Como con Las almas de Brandon, de César Brandon (@CesarBrandon93); o con los hilos y libros de Nando López (@Nando_Lopez_); o con los libros que me leo y que cuelgo en Instagram para que les pique el gusanillo; o con mis libros «curiosos»; o con lo que sea…)

Inseguridad

Mujer, pensar, inseguridad
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Pero… ¿por qué después de todo lo dicho titulo un apartado como «inseguridad»?

Porque me siento así. Porque a pesar de haberme fijado esos tres objetivos y de que hacerlo me sirviera para calmar mis incertidumbres, este año más que nunca pienso si lo estaré haciendo bien. Si mis alumnos están aprendiendo. Si aquello en lo que creo y que intento transmitir es lo correcto.

Lo pienso casi a diario, no lo puedo evitar. Dudo. Desconfío. En ocasiones me siento cuestionada…

Será por la pandemia. Le echaré las culpas a la COVID. Es una buena excusa.

Tendré que pensar, cuando todo esto acabe (frasecita del año), si la fue la pandemia la me hizo sentir más insegura de la cuenta o si había otros motivos. Por lo pronto, ella se carga con el mochuelo.

¡Sin exámenes!

¡Sin exámenes!

¿Sin exámenes? Así es, yo ya no hago exámenes. Quizás este post no sea del agrado de muchos, no lo pretendo. Ni molestar ni criticar a los que los hacen y creen en ellos. Simplemente a mí ya no me valen y quiero explicar por qué.

El origen

Hace tres cursos, charlando con una amiga que también es profesora, nos cuestionábamos cómo evaluar a los alumnos en Bachillerato, puesto que sólo con una o dos pruebas… no podíamos comprobar verdaderamente si un alumno había aprendido. Mi amiga estaba experimentando y yo decidí probar también. Así es que, en el curso 17-18, en la tercera evaluación, con un grupo de 1º de Bachillerato me lancé a evaluar sin exámenes.

¿Sabéis la primera conclusión a la que llegué? Que valorando todo el trabajo que hacían los alumnos y dosificándolo a lo largo del trimestre suspendieron los mismos que en las evaluaciones anteriores no habían hecho nada. Y que el alumnado trabajador que pinchaba en los exámenes, de este modo tenía una oportunidad de oro para sacar la materia adelante.

También tengo que decir que, por contra de lo que piensen algunos, evaluar sin exámenes conlleva muchísimo más trabajo que hacerlo con ellos: hay que pensar más las actividades y elaborarlas mejor, hacer plantillas y rúbricas de corrección…

Exámenes
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En el curso siguiente…

Con la buena experiencia del curso anterior decidí que no haría exámenes en ningún nivel. Y ese año tendría dos 2º de Bachillerato. ¡Qué osada! Reconozco que dudé mucho tiempo de si debía hacerlo o no. Al final, sólo para 2º de Bachillerato opté por una solución intermedia (sí, a causa de la temida Selectividad): hacer pruebas únicamente de la teoría de los temas de Literatura una vez que los hubiéramos trabajado en clase y dedicarles sólo media hora a dichas pruebas.

Es decir: primero proporcionaba el tema teórico a mis alumnos (a través de una carpeta compartida ubicada en este blog). A continuación les proponía actividades diversas para que tuvieran que leer y trabajar el tema: concursos en los que ellos debían elaborar las preguntas, Visual Thinking, pequeñas investigaciones, exposiciones orales… Acabábamos siempre con la «prueba»: treinta minutos y sabiendo qué tema entraba porque era el que habíamos visto en clase. No estudiarlo era evidenciar que no lo habían trabajado y que había falta de interés.

(Aquí me gustaría hacer un inciso para decir que podría no haber hecho estas pruebas ya que, en Andalucía con el cambio del modelo de examen de Lengua en Selectividad, la pregunta teórica sólo valía, (vale) un punto, pero no iba a ser yo quien les dijera que no lo estudiaran. Los temas quedaron todos vistos, la decisión de estudiarlos o no estaba en sus manos.)

En el resto de niveles, hacía pequeñas pruebas para las que ni siquiera avisaba porque siempre las realizábamos tras acabar algún contenido interesante. Pero tampoco me convencía. Si es sin exámenes, debo evaluar sin exámenes, me decía a mí misma.

Resultados
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Resultados

Imagino que os interesará saber cómo fueron los resultados en Selectividad. La mayoría de mis alumnos aprobó Lengua. Alguno suspendió. De los alumnos que sacaron mejores notas hubo varios que estudiaron los temas teóricos con los Visual Thinking hechos en todo el curso. Y quiero contar la anécdota de una alumna que rozó el sobresaliente (8,75, creo recordar). Escogió la opción de examen donde la pregunta teórica era «La poesía desde los años 70 a nuestros días». No se había mirado ese tema, pero se acordó del trabajo que habíamos hecho en clase en el que habían tenido que investigar sobre las vertientes de la poesía actual, reflexionar sobre los modos de hacer y difundir la poesía hoy en día y habían tenido que intentar interactuar con un poeta actual y hacerle alguna pregunta en relación con su forma de escribir, sus orígenes… Todo esto lo expusimos en clase. Así es que decidió elaborar en el momento su respuesta. ¡Salió muy contenta! Y el resultado fue bastante bueno.

En los demás niveles el índice de aprobados aumentó ligeramente debido a lo que ya he dicho antes: de esta manera el alumno que trabaja obtiene un buen resultado frente al temible examen en el que, al que le cuesta más trabajo estudiar y memorizar, falla.

En la actualidad

Tampoco hago pequeñas pruebas. Actividades de diversa índole que voy evaluando o que van autoevaluando ellos. Visual Thinking, cuestionarios, realización de tareas en grupo, exposiciones orales, reflexiones sobre cuestiones de Lengua o Literatura, expresiones escritas, juegos… Todo se puede evaluar (bueno, la creatividad no aparece en ningún estándar, pero de eso hablaré en otro post) siempre y cuando busquemos la manera de hacerlo. Ahora, me fijo más en los criterios (y estándares) para elaborar las actividades que voy a evaluar, aunque todavía tengo que mejorar en este aspecto. Ahora (desde hace dos o tres cursos) también he desterrado el libro de texto de mis clases y me siento menos encorsetada (que me disculpen las editoriales), más libre.

Ahora mis alumnos trabajan más y mejor. Y yo más. Pero veo que aprenden, que disfrutan y que están relajados en clase. Al menos mi asignatura no les genera estrés.

A mí me merece la pena. Cuando vea que el método hace aguas, tendré que volver a pensar cómo hacerlo, mientras tanto, como CREO que funciona, sigo trabajando así. No es ni mejor ni peor que hacer exámenes. Es mi forma de enseñar.

enseñar
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¿Os gustaría compartir vuestras opiniones y/o experiencias al respecto? Os espero en los comentarios. Y si le echáis un vistazo al blog y a las actividades y os gustan, me encantará saberlo.

De cuando un vídeo del mester de juglaría se convirtió en viral

De cuando un vídeo del mester de juglaría se convirtió en viral

Esta semana ha sido rara y emocionante a la par: no todos los días cuelgas un vídeo en Twitter de una actividad de clase y se hace viral. De ahí surge este post, de un intento de reflexión sobre lo ocurrido y lo que seguirá ocurriendo… De cuando un vídeo del mester de juglaría se convirtió en viral: orígenes y conclusiones.

Los orígenes

Para hacer más interesantes las exposiciones orales que mis alumnos de 1º de Bachillerato debían hacer sobre la Literatura medieval, decidí buscar un formato y un nombre distintos. Ya sabemos que muchas veces, con sólo renombrar una actividad, obtenemos mucha más motivación e interés por ella que con el nombre «académico» u «oficial». Por ejemplo, hay veces que he querido trabajar la ortografía en clase. Si llego y digo que voy a hacerles copiar listas de palabras para mejorar su ortografía, seguramente sólo obtenga un «bua» por respuesta. Pero si digo que vamos a hacer un «concurso» de ortografía… la cosa cambia, de verdad.

Así es que, me pareció oportuno que la exposición oral adoptara el formato de las charlas TED. Los alumnos se convertirían en especialistas sobre un tema y, de algún modo, debían inspirar emoción por ese tema (como los auténticos ponentes TED).

Organicé los contenidos de la Literatura medieval hasta el siglo XV incluido y ofrecí el listado a mis alumnos. Tenían que elegir el tema que más le llamara la atención o les gustara. Muchos me preguntaron por algunos pues los desconocían. El proceso de selección fue interesante.

La charla tenía algunos requisitos que debían cumplir:

  • Durar cuatro minutos (segundo arriba, segundo abajo)
  • Realizarla sin leer ningún papel (o con un guion, a lo sumo, que no se debía tampoco leer, únicamente servir como apoyo)
  • Demostrar rigor y profundidad en el tema.
  • Podían darle el formato que quisieran.
  • Emplear un lenguaje adecuado.

La evaluaría con una rúbrica (si la quieres ver pincha aquí) que previamente les había proporcionado en la carpeta de materiales que comparto con ellos.

Entonces… ¿qué pasó?

Un alumno, Carlos, de uno de los dos grupos de 1º de Bachillerato que tengo, me dijo que se le había ocurrido una cosa y que… no me iba a contar nada más, que me quería sorprender.

Llegó el día, pedí voluntarios, Carlos salió el segundo, sacó su guitarra y puso una presentación en la pizarra. Un compañero suyo me animó a grabarlo. Carlos comenzó a tocar en la guitarra unos acordes que sonaban totalmente a música medieval y, al más puro estilo de los juglares, empezó a cantarnos su tema, que no era otro que el Mester de juglaría. El silencio en la clase era sorprendente. La música y Carlos con ella nos cautivaron. Pero cuando llegó al estribillo e hizo una comparación entre los juglares y los raperos modificando el ritmo y la música de la canción como si fuera un rap… Eso fue increíble. En realidad es de las cosas más increíbles que me han ocurrido en clase en estos dieciséis años que llevo trabajando como profesora.

¡Era perfecto! Pues la canción no sólo estaba bien compuesta, era pegadiza, se adaptaba a la idea del juglar, sino que también el contenido era lo que había pedido: hablaba sobre el mester de juglaría. ¡Carlos había asimilado los contenidos de la mejor manera posible, desde la práctica!

Al acabar, el aplauso fue atronador y lo único que pude decirle, para ir recuperándome un poco de la emoción, fue que si podía darle un abrazo. ¡Sí! Muchos han preguntado su obtuvo el diez. ¡Por supuesto!

El tweet viral

Dejé pasar unos días (tuvimos puente) y a la vuelta le dije que si le importaba que lo colgara en Twitter, como muestra del buen hacer en clase. Me dijo que no tenía problema.

Un martes por la tarde subí una parte del vídeo a mi cuenta de Twitter en la que comparto contenido educativo y actividades que hago con mis alumnos, pensando que le gustaría a unos cuantos profes de los que me siguen. Lo que pasó después fue increíble.

El vídeo empezó a tener muchos «me gusta» y mucha gente empezó a felicitarnos. Empecé contestando a todo el mundo (como intento hacer siempre), pero a la mañana siguiente, cuando abrí Twitter y vi las reproducciones y los «me gusta», me asusté. ¿Qué ha pasado? ¿Qué está pasando? Aquello se compartía y se comentaba a una velocidad que se escapaba a mi alcance. No podía contestar a todo el mundo que me había escrito. Me fui al instituto y comencé mi jornada con normalidad. A mitad de mañana me estaban intentando localizar por todas partes porque ABC quería publicar una noticia sobre el vídeo y querían hablar con Carlos y conmigo.

Fotografía libre de derechos tomada de Pixabay

Llamamos a los padres de Carlos, que no pusieron impedimento alguno en que saliera en el periódico y, al final de esa mañana estábamos en la edición digital de ABC. Pero es que, al día siguiente, varias cadenas de televisión y varios programas de radio querían venir al instituto, grabarnos, entrevistarnos, hablar de nosotros. Estuvimos dos horas y media atendiendo medios y, tengo que decir que mientras, las reproducciones y los «me gusta» seguían creciendo a un ritmo vertiginoso. Cada vez que lo mirábamos, nos sorprendíamos más porque parecía de película.

Hoy todavía siguen retwiteando y haciendo comentarios al vídeo, aunque, ni mucho menos al ritmo de los primeros días.

Bueno ¿y con todo esto, qué?

Con todo esto hemos vivido una experiencia única y que seguro nunca olvidaremos.

Además, con todo esto Carlos ha abierto puertas y ventanas para que lo conozcan y para expandir su música, su talento y su creatividad.

También nos ha dado, al menos a mí, sobre el poder que tienen las redes sociales a día de hoy. No se sabe muy bien el origen, pero cuando los engranajes de las redes empiezan a moverse… Hay que tener muy claro que ya no los puedes parar.

Para mí ha sido un orgullo que, después de todos los años que llevo trabajando, aprendiendo, intentando innovar y llevando la creatividad a mis clases, se haya reconocido mi trabajo. No nos pasa a todos los que estamos en la profesión, pero debería. Por eso me gustaría ser la cara visible de otros muchísimos que, igual que yo, no sólo creen en lo que hacen, sino que aman su trabajo, disfrutan con él y llevan el saber y el conocimiento a sus alumnos como mejor pueden.

«Compartir es vivir» dicen…

Fotografía libre de derechos tomada de Pixabay

Por eso este blog, por eso mi cuenta de Twitter y de Instagram, para compartir lo que a mí me funciona y le gusta a mis alumnos. Para que otros profes y otros alumnos puedan también deleitarse de actividades que nacen desde el corazón, con la intención de llegar a los corazones de mis alumnos y engancharlos.

Vista del Tweet

Por eso este blog, por eso mi cuenta de Twitter y de Instagram, para compartir lo que a mí me funciona y le gusta a mis alumnos. Para que otros profes y otros alumnos puedan también deleitarse de actividades que nacen desde el corazón, con la intención de llegar a los corazones de mis alumnos y engancharlos.

Y, por supuesto, porque hay que ofrecer ventanas para que se vea que dentro de las aulas hay personas maravillosas, creativas, motivadas, con interés… y no sólo esa juventud perdida de la que siempre se habla. A la juventud perdida también se la puede encontrar, también la podemos guiar, podemos y debemos ayudarlos a que no se desorienten, a que se aferren al conocimiento y buen uso del lenguaje como una de las armas más poderosas que hay; a que acudan a la Literatura como refugio, como consuelo, como diversión y fuente de entretenimiento.

La Lengua y la Literatura como faro de los jóvenes.

La cultura como uno de los pilares esenciales para construir la sociedad de hoy día.

Y todo esto… por un vídeo.

En conclusión…

En conclusión…

¿Un post titulado «En conclusión…» en el mes de diciembre? Sí, ¿por qué no? No concluye el curso, ni mucho menos, pero sí va llegando a su fin el primer trimestre y, la verdad, es que creo que es necesario echar la vista atrás para comprobar que hemos caminado, que hemos aprendido y, por supuesto, que hemos hecho un montón de cosas. Igual que este curso estoy pidiendo a mis alumnos que de vez en cuando escriban su diario de aprendizaje, también voy a escribirlo yo. ¿Quieres pasar y acompañarme?

Nuevas metodologías

Este verano he leído algunos libros sobre metodologías activas; he bicheado diversas webs de compañeros que comparten su trabajo y reflexionan sobre otra educación; he seguido por Twitter (y sigo) de cerca lo que hacen profes tanto de Secundaria, como de Primaria en sus aulas con sus alumnos… Con todo esto me formé una idea de cómo quería cambiar mi metodología y hacia dónde quería ir y empecé el cambio. Me lancé a la piscina casi sin darme ni una ducha antes… 🙂

Quería gamificar, hacer Flipped Learning, trabajar por proyectos (ABP), hacer ABR… Lo quería todo.

A día de hoy no sabría decir si he usado una metodología, otra, ninguna o todas. Lo que sí sé decir es que he dado otro paso más para enseñar de otra manera y para que mis alumnos aprendan de otra manera. Al principio me preocupé porque quería hacer Flipped Learning, pero no había recursos técnicos suficientes en mi instituto. O quería hacer ABP, cuando nunca lo había hecho antes. Incluso quería emplear una metodología activa en 2º de Bachillerato (con el monstruo de la Selectividad agazapado en la esquina, esperándonos…).

Con el paso del tiempo esa preocupación se fue disipando porque me di cuenta de que estaba cumpliendo mi objetivo, qué más da cómo o qué más da la terminología. Ahora no llego, suelto el rollo y me voy. (Antes lo hacía poco, pero tengo que reconocer que lo hacía). Ahora en mis clases no hay, eso, «rollos». Ahora mis alumnos aprenden los contenidos con actividades diversas, trabajan individualmente, por parejas, en grupos, deducen e inducen información, hacemos aún más actividades creativas. Ha sido todo un reto y una aventura de la que ya no puedo dejar de participar.

Vamos a concretar

Mucha palabrería, pero ¿qué has hecho, Berta? Sí, voy a concretar y a compartir algunas de las actividades, dinámicas y demás tareas que he puesto en marcha en estos dos meses y medio que llevamos de curso. Así es que, en conclusión…

2º de Bachillerato

Empiezo por 2º de Bachillerato porque es del nivel del que estoy más satisfecha. Era al que más miedo le tenía y es en el que estoy viendo mejores resultados y en el que la dinámica de trabajo me está gustando más.

En este trimestre teníamos que tratar la narrativa en el siglo XX. Se me ocurrió estructurar el trabajo en tres bloques de seis clases: dos para la teoría de Literatura, dos para el comentario de texto y otros dos para ejercicios de Lengua y para poner en común los resultados del trabajo de Literatura. De este modo, mis alumnos han visto toda la narrativa del siglo XX, han manoseado los apuntes, han tenido oportunidad de buscar información en sus móviles en clase (bendita tecnología), han experimentado con algunas aplicaciones sencillas como What´s fake, Prezi o Quizizz…

Actividades

En primer lugar tuvieron que hacer una línea del tiempo con los principales acontecimientos históricos del siglo XX y los movimientos literarios más relevantes. A continuación, resumieron la narrativa anterior a la Guerra Civil con un Visual Thinking, estudiaron el tema de la narrativa de los 40 a los 70 preparándose para un concurso 10×15 (quince preguntas sobre el tema que ellos mismos habían elaborado con las que podían conseguir un diez si no fallaban y si no utilizaban los «comodines» de los apuntes, de un compañero y de la maestra), además de un test realizado con Quizizz y, finalmente, han aprendido la narrativa de los 70 a nuestros días simulando conversaciones falsas de WhatsApp con What´s Fake entre los distintos autores de la época, entre unos amigos charlando sobre el tema o, incluso, entre las mismas novelas…

Foto original de @bertaocana

Foto original de @bertaocana.

Para comprobar que se había leído El árbol de la ciencia, hicimos una prueba oral y escrita en la que ellos pensaban las preguntas y tenían que hacérselas a los compañeros. Para Los girasoles ciegos han hecho una valoración del libro, han definido a los personajes y sus relaciones y han reflexionado sobre si les gustan todos los relatos tal cual están o si, por el contrario, cambiarían algo de alguno. También van a hacer fotos representando los cuatro relatos, las cuatro derrotas (Esto aún lo están haciendo, pronto pondré el enlace).

También han hecho comentarios, analizado oraciones, corregido sus propios exámenes, hecho actividades diversas de Lengua, corregido análisis de oraciones equivocados adrede… Creo que podría resumirse todo con dos ideas finales:

  • El otro día tuve que faltar a clase y teníamos una prueba para comprobar que se habían estudiado la narrativa de los 70. No hubiera pasado nada si no la hubieran hecho pues tenía notas más que suficientes para evaluarlos. No hacía falta que yo estuviera en la prueba porque sabían qué tenían que hacer y el tiempo del que disponían… Para mí fue un alivio.
  • Cuando anuncié que para comprobar la lectura de Los girasoles ciegos podían utilizar el libro, una alumna me dijo: «¡Maestra, eres una cajita de sorpresas!». Me encantó y además definió muy bien en lo que estoy intentando convertir mis clases y su aprendizaje, en una sorpresa.

2º de ESO

Lo primero que quiero decir de todo lo que hemos hecho en 2º de ESO es que: no he tocado aún el libro de texto. No nos está haciendo falta. Mis compañeras de 2º de ESO y yo decidimos a principio de curso trabajar por proyectos. Creo que lo que estamos haciendo no es exactamente eso, pero ha sido un cambio metodológico grande, al menos para mí.

Hemos organizado los contenidos como hemos querido, intentando conectarlos todos de algún modo. Hemos presentado la asignatura como un viaje a una tierra desconocida: MÁTHISILAND (la tierra del conocimiento). Cada bloque de contenidos tiene una producción o proyecto final, el primero fue la creación de un avatar y el segundo la elaboración de una conferencia donde cuenten al mundo un descubrimiento, hallazgo o invento que sólo hay en Máthisiland.

Trabajamos los contenidos a partir de actividades en las que los tienen que deducir o inducir. La creatividad está presente en casi todo lo que hacemos. Hay audios, vídeos, hemos eliminados los exámenes. Han realizado actividades individuales, en grupo y por parejas. Hemos doblado algún vídeo. Estamos haciendo escritura creativa a través de «hilos de Twitter» analógicos. Seguimos con la definición de oro, con las historias, han resuelto retos, reflexionamos sobre lo que aprendemos con el diario de aprendizaje, seguimos con el #anticuaderno, empleamos lo visual y el Visual Thinking en diversas actividades…

Ikigai. anticuaderno. Foto original de @bertaocana

ABR. Foto original de @bertaocana

Foto original de @bertaocana

Otros cursos

Este año, además, doy un Taller de lectura y dos horas de Francés segundo idioma en 2º de ESO, así es que, no me aburro, no.

En el Taller he introducido elementos de gamificación. Los alumnos poseen un pasaporte en el que deben ir consiguiendo sellos si leen, si realizan las actividades, si ganan los concursos que voy haciendo… Una vez al mes hacemos recuento de sellos y los cinco mejores pueden obtener unas tarjetas de premios como las que se ven en la imagen:

Foto original de @bertaocana.

El otro día hubo un cuádruple empate en la quinta posición del ránking de puntos, por lo que los cuatro alumnos lideraron cuatro grupos con los que hicimos una lectura a coro que, costó trabajo, pero que, finalmente, quedó muy bien. Aquí la dejo por si la queréis escuchar: «Los caballos del capitán», por los alumnos de 1º de ESO E del IES Almudeyne.

En Francés también trabajamos de forma individual y en grupos, he introducido las tarjetas de premios y de recompensas, hemos eliminado los exámenes, hacemos pruebas cooperativas y estoy ideando varias actividades de carácter más activo como una sencilla gamificación, juegos de preguntas, etc.

Conclusión de conclusiones

La conclusión de esta conclusión es que es una gozada poder enseñar así y poder acompañar a los alumnos de una forma más cercana. Codo con codo. Visitando continuamente sus mesas. Charlando con ellos. Animándolos y, sobre todo, viendo cómo disfrutan aprendiendo. Este es el mayor regalo que me puedo llevar de esta aventura.

El poder de las historias

El poder de las historias

Hace tiempo que quería escribir este post, pero por una cosa u otra, voy dejando el blog aparcado y relegando escribir en él en favor de otras tareas. Este curso me marco como meta intentar escribir con más frecuencia de la que lo suelo hacer, ojalá un post al mes. Pero de lo que venía a hablar no era del blog, sino del poder de las historias.

Desde hace ya tres cursos empiezo mis clases en la ESO contando una historia. Al principio sólo era algún día a la semana y lo combinaba con acertijos, adivinanzas… Pero por demanda de mis alumnos y, por qué no decirlo, por gusto propio, lo he convertido en una costumbre diaria.

Mi rutina

Cuando llego a clase, tras dar los buenos días y soltar mis bártulos tengo por costumbre escribir la fecha en la pizarra y la planificación de lo que vamos a hacer ese día:

  1. Historia.
  2. Anticuaderno.
  3. Doblajes de vídeos.
  4. Actividades de expresión oral.

Me gusta no especificar todo lo que haremos, poner nombres curiosos a las actividades, no decir el título de la historia o cambiarlo por uno menos evidente… en definitiva, crear expectativas en mis alumnos. Y la verdad sea dicha, funciona. Desde que pongo lo que vamos a hacer escucho comentarios sobre qué será esto o aquello o de qué tratará la historia o por qué no tiene título… Otras veces se animan a hacer los comentarios en voz alta y es una bonita manera de comenzar, sin prisas, relajados, charlando tranquilamente.

Imagen libre de derechos tomada de Pixabay.

Es una rutina que me gusta y que creo que a ellos también. Y el hecho de «saber» qué vamos a hacer los sitúa en la clase y no se sienten perdidos. Tengo que decir que sigo manteniendo esta costumbre gracias al comentario espontáneo de una alumna de 2º de ESO (ya en 2º de Bachillerato) sobre «lo que le gustaban mis clases porque estaban organizadas». Que un alumno te diga eso y más uno de 2º, con 13 o 14 años… es una valoración de las que hay que tener en cuenta sí o sí.

Las historias

Pero, bueno, vuelvo al tema del que quería hablar: las historias. He descubierto el poder tan grande que tienen en los adolescentes (en general en todos los seres humanos). Desde niños nos cuentan cuentos que nos encanta escuchar una y otra vez. Cuentos con los que disfrutamos y nos sentimos identificados. Historias que, al llegar a una edad, dejan de interesarnos. Y es una pena porque nos perdemos tanto…

Mi amor por las historias, de forma directa o indirecta, se lo debo a tres personas: a mi abuela, mi Miqui, que cuando venía a Sevilla y nos encontrábamos, me contaba y me cantaba historias. A mi madre, que desde muy pequeña me acercó al mundo de las historias creando en mí afición por los libros y mi vocación de filóloga. A mi profesora de 2º y 3º de BUP de Literatura, Mª Ángeles Guerrero, quien me descubrió a autores que no conocía y fomentó mi lado creativo, me incitó a escribir.

Historias. De una forma u otra.

Las  historias forman parte de nuestra esencia, están en nuestro ADN. Ya lo dijo Galeano «Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias». 

El proceso

Tengo que decir que desde el primer día que cuento una historia la actitud de mis alumnos no es la misma. Al principio les gusta la idea de perder un rato de clase. Esos minutos les saben a gloria por ser minutos robados a una asignatura que muchos detestan. (Es una pena, pero eso será motivo para otro post)

Después, un día, una historia cualquiera, capta su atención. No es el mismo día para todos. ni la misma historia, pero en unas semanas están todos enganchados y entonces, comienza lo bueno: empiezan a cuestionar el contenido de las historias. Hacen preguntas sobre estas. Empieza a funcionar su imaginación y se plantean la credibilidad de estas: «¿pero eso ha pasado de verdad?», «Sí, claro, los animales no hablan»…

Damos un paso más y exigen una explicación: «¿por qué el final es así?», «¿qué significa la historia?»… Finalmente se genera la magia y surge el debate, son capaces de aplicar las historias a sus vidas, las entienden, las hacen suyas y… aparece el brillo en las miradas, las sonrisa de complicidad cuando la identificación con la historia la puede entender mi amigo/a, el compartir lo que una vez les ocurrió… ¡Es maravilloso! A partir de ese momento las historias se convierten en algo imprescindible en sus vidas y en mis clases.

¡Ay de mí si algún día les digo que olvidé preparármela!

Imagen libre de derechos tomada de Pixabay

Gustos y selección

Para continuar, me gustaría hablar sobre cómo realizo la selección de las historias y sobre las que más gustan a mis alumnos.

El hecho de buscar historias, a priori puede resultar sencillo, para eso está Internet. Pero lo cierto es que no valen todas, no les gustan todas, no me gustan todas. Tengo varios libros de cuentos que utilizo y varias páginas de Internet de las que las saco. Elijo según mi estado de ánimo y según «flashes» que me vienen a la mente: ¿Por qué no busco historias o cuentos rusos?, ¿por qué no busco una historia que trate sobre la diversidad?, ¿por qué no…?

Una vez una alumna me dijo que les contara una historia de princesas. La búsqueda fue ardua. No quería algo convencional, la típica princesa con el típico príncipe. La encontré, aunque no la recuerdo. Ese es mi mayor problema. Imposible memorizarlas todas. Tengo una lista y, aunque busco algunas nuevas, voy tirando de las que están en la lista.

Están mis imprescindibles: los peces koi, Momotaro, Marama y el río de los cocodrilos, el aquero y la pulga… Estas no fallan, siempre gustan y si encima añado un poco de teatro y tensión dramática al contarlas… Es un momento indescriptible.

Las que más les gustan son las de amor (cómo no), las que tienen moraleja (al final a casi todas les encontramos una enseñanza), las que tienen un final feliz, aquellas en las que triunfan los buenos, la justicia, el amor… Los valores universales.

Desenlace

Al final las historias llevan a «otras historias» y me he visto organizando una sesión de historias contadas y cantadas con familiares, alumnos y profes para los alumnos del Taller de Lectura. O incluyendo una en la presentación del acto de final de curso del instituto.

Las historias llenan y nos llenan, por eso siempre deben estar presentes, da igual la edad, da igual el tipo de alumno, todo da igual porque en ese momento se crea un ambiente único.

Foto original del Taller de historias contadas y cantadas.

Espero que te haya gustado este post, sí es así y quieres leer otros te recomiendo: Seis actividades orales…

 

Imagen libre de derechos tomada de Pixabay