Estoy encantada de teneros como alumnos y muy contenta con este nuevo curso. Espero que disfrutéis, que aprendáis y que pueda contagiaros un poquito de mi pasión por la Lengua y la Literatura.
A partir de ahora, pinchando aquí, tendréis todos los materiales del curso organizados por bloques de contenido: Lengua, Literatura, Comunicación escrita, Comunicación oral y Lecturas.
Os dejo el poema de las «Personas curvas», por si os apetece leerlo de nuevo:
LAS PERSONAS CURVAS, un poema de Jesús Lizano
Mi madre decía: a mí me gustan las personas rectas
A mí me gustan las personas curvas, las ideas curvas, los caminos curvos, porque el mundo es curvo y la tierra es curva y el movimiento es curvo; y me gustan las curvas y los pechos curvos y los culos curvos, los sentimientos curvos; la ebriedad: es curva; las palabras curvas: el amor es curvo; ¡el vientre es curvo!; lo diverso es curvo. A mí me gustan los mundos curvos; el mar es curvo, la risa es curva, la alegría es curva, el dolor es curvo; las uvas: curvas; las naranjas: curvas; los labios: curvos; y los sueños; curvos; los paraísos, curvos (no hay otros paraísos); a mí me gusta la anarquía curva. El día es curvo y la noche es curva; ¡la aventura es curva! Y no me gustan las personas rectas, el mundo recto, las ideas rectas; a mí me gustan las manos curvas, los poemas curvos, las horas curvas: ¡contemplar es curvo!; (en las que puedes contemplar las curvas y conocer la tierra); los instrumentos curvos, no los cuchillos, no las leyes: no me gustan las leyes porque son rectas, no me gustan las cosas rectas; los suspiros: curvos; los besos: curvos; las caricias: curvas. Y la paciencia es curva. El pan es curvo y la metralla recta. No me gustan las cosas rectas ni la línea recta: se pierden todas las líneas rectas; no me gusta la muerte porque es recta, es la cosa más recta, lo escondido detrás de las cosas rectas; ni los maestros rectos ni las maestras rectas: a mí me gustan los maestros curvos, las maestras curvas. No los dioses rectos: ¡libérennos los dioses curvos de los dioses rectos! El baño es curvo, la verdad es curva, yo no resisto las verdades rectas. Vivir es curvo, la poesía es curva, el corazón es curvo. A mí me gustan las personas curvas y huyo, es la peste, de las personas rectas.
¿Es posible trabajar la creatividad en Bachillerato?
Mi respuesta es un sí rotundo. En la ESO y, sobre todo, en 1º o 2º dedicamos más tiempo a desarrollar actividades de tipo creativo con el alumnado. En 3º y 4º aún las seguimos haciendo, aunque en menor medida porque… empieza a pesarnos la «importancia» de «dar» todos los contenidos. Llega Bachillerato y parece que, ahora que los alumnos son más maduros y más capaces y que los hemos entrenado en ser creativos, ya no nos interesa o no nos importa o, si ponemos en una balanza «el temario» y en otra «la creatividad, ya sabemos quién gana de forma rotunda.
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Con todo esto no quiero decir que no tengamos que darle importancia a los contenidos que, por supuesto, la tienen, pero es verdad que un contenido teórico que no nos lleve a la práctica, a lo procedimental, a las destrezas, es un contenido venido a menos que podrá ser olvidado al pasar un tiempo, pues ya sabemos cómo funciona la memoria. Sin embargo, aquello que, no solo conocemos téoricamente, sino que hemos llevado a la práctica y hemos experimentado, eso sí que es más difícil de olvidar. Saber frente a saber hacer. El eterno debate.
Por eso yo creo que la creatividad en Bachillerato también debería ser trabajada para reforzar esos contenidos que queremos que nuestras alumnas y alumnos recuerden.
Cómo poner en práctica esa creatividad
Lo primero es que, por cuestiones que no vamos a discutir, el alumnado suele ser algo reacio a las actividades creativas porque «yo no tengo creatividad» dicen y repiten de forma individual y a coro. ¡Mentira!
Quizás no han tenido la oportunidad o el espacio para ser creativos. Tal vez una vez lo fueron y se les dijo que «así no es LA forma de hacerlo» (como si hubiera una única manera). O, a lo mejor, se les pide algo que no se les ofrece. (¿Cómo vamos a demandar creatividad si las tareas que les pedimos no lo son o nosotros mismos no fomentamos en nuestra propia práctica esa creatividad?)
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No es tan complicado, en serio. Solo hay que buscar el modo de que los contenidos, la teoría, no se queden en unos apuntes para memorizar. Yo me pregunto muchas veces ¿cómo puedo hacer para que mis alumnas y alumnos «palpen», «materialicen» lo que han aprendido? No quiero un examen, quiero que sean capaces de poner en práctica los contenidos para que luego los traigan a la memoria más fácilmente.
Un ejemplo puede ser realizar un Visual Thinking sobre el contenido estudiado. Este Visual Thinking tiene una premisas:
Solo puede desarrollarse en una carilla de un folio o a lo sumo dos.
Tiene que contener los aspectos esenciales del tema.
Todos los conceptos deben estar dibujados de forma sencilla.
El texto pasa a un segundo plano y si se puede evitar, mejor.
Muchos de mis alumnos y alumnas han estudiado la Selectividad con sus Visual Thinkings.
Poemas hechos al modo cernudiano
Este trimestre he puesto en práctica otra actividad que desarrolla la creatividad en Bachillerato y que les ha ayudado a fijar algunos contenidos: los «poemas hechos al modo cernudiano», título que nos recuerda a los Sonetos fechos al itálico modo del Marqués de Santillana. En esta obra, López de Mendoza (más conocido como Marqués de Santillana) intenta imitar los versos endecasílabos muy de moda en Italia.
Y si Santillana imitó los endecasílabos italianos (mejor o peor hechos, en esas cuestiones no vamos a entrar), ¿por qué mis alumnas y alumnos no imitan a Cernuda y así ponen en práctica ciertos elementos de su poesía?
Imagen propia. Alumnos de 2º de Bachillerato del curso 21-22. MG y ER.
Y dicho y hecho.
Para los «poemas hechos al modo cernudiano» utilizamos una rúbrica que los iba a guiar en la tarea y que les haría saber también con qué elementos iban a ser evaluados.
Imagen propia. Rúbrica generada con iDoceo.
Cada alumna/o debía componer un poema de, al menos, unos diez versos, que estuviera bien presentado, cuidando la expresión y la ortografía y que «mostrara» estas características de la poesía de Luis Cernuda:
Uso del verso libre y/o versículos.
Tratamiento de algún tema cernudiano.
Empleo de varias metáforas.
Muestra del contraste entre el deseo y la realidad.
Imagen propia. Cuaderno de la alumna ER.
¿No es esta una buena manera de practicar lo aprendido? ¿De hacerlo tangible? ¿De comprenderlo mejor? ¿De fomentar también la creatividad en Bachillerato?
Estoy de vacaciones en la Sierra de Cazorla, mi destino desde hace ya ocho años (exceptuando el verano de 2020), mi paraíso, mi refugio, mi lugar de auténtica desconexión. A pesar de llevar viniendo tantos años, siempre me sorprendo con algo nuevo o desconocido y eso es fantástico porque implica que aún mantengo activa la capacidad de sorprenderme que tanto intento desarrollar en mis alumnos. Esta vez han sido unas enormes mantas hechas de ganchillo que adornaban árboles, farolas, ventanas, calles…
Iniciativa creativa de los vecinos de Cazorla
Al verlas mi mente se ha puesto a pensar, a unir ideas, a tejer y he visto que esto era la chispa que podía ayudarme a escribir este post que llevaba tiempo queriendo hacer. Porque quería contar muchas cosas: qué había supuesto este curso, qué actividades había hecho, qué proyectos tenía entre manos, qué otros me han llegado de forma inesperada y he aceptado disfrutando de ellos… pero no encontraba los hilos para empezar a tejer este tapiz y, hoy, la imagen de Cazorla engalanada con el resultado de un trabajo realizado durante el confinamiento para crear redes y salir de la angustia de unos meses grises me ha empujado a escribir. ¡Qué curioso!
Tejiendo redes
Lo primero que he recordado es la historia «El hilo rojo del destino», que me parece sencillamente preciosa y que, durante la pandemia, no pude contar en directo a mis alumnos, pero sí a través de un vídeo que les enlacé en Google Classroom. Nunca quise dejar de contarles historias y menos en el horrible momento del confinamiento. Así que, grababa mis historias y las colgaba en Youtube proporcionándoles el enlace para que pudieran escucharlas cuando y cuantas veces quisieran. Me da mucha vergüenza mostrarlo, por eso lo tengo en oculto, pero si alguien quiere conocer de qué trata «El hilo rojo del destino» aquí lo tiene.
Con esa historia animé a mis alumnos de 2º de ESO a hacerse una foto con un hilo rojo atado al dedo meñique y con todas las fotos hice un montaje para que sintieran que estábamos todos juntos y que, a pesar de las circunstancias, había algo que nos unía: habíamos entretejido nuestro propio hilo del destino.
Tejiendo.
Iniciativa creativa de los vecinos de Cazorla
Sigo tejiendo
Acabó el curso 19-20. Ese que creíamos que había sido uno de los peores de nuestras vidas y, sin embargo, no sabíamos aún que lo que nos deparaba el 20-21, aunque no venía con un confinamiento debajo del brazo, sí venía con cambios que fueron muy difíciles de asumir para todos: profesores, alumnos, padres, equipos directivos, personal del centro… ¡Qué tristes los primeros días! ¡Cuántos «NO se puede hacer»! ¡Cuántas normas! ¡Cuántas cosas habían cambiado!
En esta situación intenté adaptarme y ver las cosas de otra manera y de ahí surgió este post: Reflexiones a la sombra de una pandemia, con mis objetivos para el curso 20-21. Objetivos que he intentado cumplir y llevar a cabo con todas mis fuerzas. Sé que he dejado mucho por hacer y que podría haberlo hecho mejor, pero no he sabido o no he tenido capacidad, así es que, a pesar de que salta la alarma de mi nivel de autoexigencia, me digo a mí misma que he intentado hacerlo lo mejor que podía y que tendré que seguir aprendiendo a hacerlo mejor, por supuesto.
Me gustaría resaltar varias actividades que me parecen interesantes y con las que hemos disfrutado mucho mis alumnos y yo:
Charla virtual sobre el proceso de un libro en 1º de Bachillerato. (Con la estupendísima colaboración de Mª José Barrios (@mj_mrozek), una de las dueñas y librera de @enlacasatomada)
Ha habido muchas más, pero no me da la vida para publicarlas y compartirlas todas. No pasa nada, no quiero días de 48 horas para trabajar más. Estas son bastantes de las que tengo publicadas en Instagram y en Twitter y son una muestra significativa de lo que trabajamos, aprendemos y disfrutamos en clase.
Sigo tejiendo.
Iniciativa creativa de los vecinos de Cazorla
Más tejidos, más tapices, más redes…
No podía pasar por alto hablar de mi relación con las RRSS, que empezó siendo «obligada» a raíz de algunas formaciones que hice hace algunos años, pero que ha acabado siendo un grandísimo descubrimiento porque puedo compartir, puedo aprender y crecer e, incluso, he podido crear lazos (tejerlos) con personas a quienes aprecio y admiro a partes iguales.
Adoro Twitter e Instagram y adoro a sus gentes (aunque a veces hay polémicas, malos rollos, haters…), pero todavía me siguen dando más bueno que malo y por eso me merece la pena estar en ellas.
Me siento orgullosa de formar parte del #claustrovirtual, de interactuar con montones de personas interesantes, creativas, comprometidas, generosas… y una larga lista de calificativos positivos.
Me llevo grandes amigos como @xtianolive con quien tengo un proyecto pendiente. Aún no sabemos qué ni cuándo, pero sí sabemos que llegará. T’estimo, amic. Gracias a ti y a @EliaRiudavets terminaré hablando catalán.
#loquehaunidotwitter fue el hashtag con el que colgué la foto de mi última desvirtualización, la más esperada, programada desde hacía tiempo. ¡Qué suerte la mía de haber encontrado a @empiezaporlaA, de haber aprendido de ella, de haber compartido charlas de Whatsapp, conversaciones y una bonita amistad. ¡Por muchos encuentros, risas, confidencias y trabajos compartidos, querida amiga!
@garrilengua y yo hemos compartido últimamente muchos momentos y experiencias: nos encontramos por primera vez en el #EABE19, en una charla suya sobre su maravilloso proyecto Ignorantius y desde entonces ha sido un «noparar», creadores y cordinadores en INTEF, proyectos premiados en SIMO, charlas, mensajes, llamadas, coincidencias, incluso renuncias compartidas. ¡Todavía nos quedan muchas experiencias por compartir, Antonio!
Mis primeras desvirtualizaciones fueron hace unos años y desde entonces conservamos una bonita amistad, ¿verdad @AzaharaTIC y @ManoliFM? He aprendido muchísimo de vosotras tanto en redes como en persona que os estoy enormemente agradecida.
También mis queridos alumnos y antiguos alumnos. Mis amigas y amigos y compañeras/os. Sabéis quiénes sois y que tenéis un hueco en mi corazón.
Y mi querido Almudeyne, donde deseo quedarme siempre.
Teje que te teje. Tejiendo.
Iniciativa creativa de los vecinos de Cazorla
Tejiendo más
No puedo dejar de mencionar aquí a mi abuela Miqui, la quería con toda mi alma, era una persona única, excepcional, luminosa… era costurera y por algo será que me he dedicado a coser, aunque no sea con sus mismos hilos… ¡Gracias, Miquita!
Desde que @imgende me concedió el inmenso placer de participar en sus #CharlasEducativas hablando sobre el #Anticuaderno, allá por marzo de 2019 (recién confinados), para mí ha sido una sorpresa y una montaña rusa de gratas emociones todo aquello en lo que me he visto envuelta: he participado en el proyecto de Itinerarios didácticos de @educaINTEF como creadora en una primera fase y como coordinadora en la segunda (junto a @garrilengua).
Presenté el #Anticuaderno en SIMO 2020 y fue premiado como Mejor Experiencia Docente Innovadora de Educación Emocional; también me he presentado al @PremioEspiral con la #farmapoesía y, aunque no conseguí nada, disfruté muchísimo del proceso y he aprendido mucho que debo aplicar.
El CEP de Antequera, el CEP de Lora y el CEP de Castilleja confiaron en mí para compartir algunas experiencias sobre bibliotecas, creatividad y actividades de expresión oral y escrita para PLC; y @diegolenguaylit, además, tuvo a bien «coserme» a la @redBESevilla donde el motor que nos mueve es la pasión por las bibliotecas y los libros.
Gracias a Isabel Cortijo algunos de mis alumnos participaron en el homenaje a los maestros que hizo @patriciageaa en @eldiario. Fue muy emocionante.
He colaborado en la investigación de Carlos y Paula Marcelo, de la Universidad de Sevilla, sobre «¿Cómo aprenden los profesores en una sociedad conectada?».
Recientemente, gracias a @xtianolive, he colaborado con la editorial Penguin en la elaboración de unas guías creativas de lectura, que espero poder pronto enseñar.
Ignasi y Albert de @adondevalaescu me invitaron a participar en uno de sus podcasts sobre educación, experiencia de la que disfruté enormemente, a pesar de estar nerviosísima.
Pablo Esquivel también me propuso una entrevista que incluirá en un libro sobre educación que está escribiendo y que estoy deseando leer.
También he dicho que no a proyectos interesantes porque no podía llevar más cosas encima. No me arrepiento, aunque sí me hubiera gustado poder llevarlos a cabo. Eso forma parte de la costura: tejer para después deshacer puntos o no llegar a hacer otros.
Tejiendo, siempre tejiendo.
Iniciativa creativa de los vecinos de Cazorla
Y el último tejido: mi evaluación
Evaluar, bueno, más bien poner una calificación, es uno de los momentos más duros para mí en todo el curso porque siempre creo que estoy siendo injusta, porque, a pesar de intentar evaluar con diversos instrumentos y de variadas formas creo que hay un componente de subjetividad que me desconcierta. Todavía tengo que aprender mucho sobre cómo evaluar, estoy en ello.
Pero ahora no quiero hablar de cómo evalúo yo, sino de lo que han opinado mis alumnos sobre mí, mi forma de dar clases y la materia; lo que más y menos les ha gustado.
Es curioso porque al tratar con personas tan diversas, hay opiniones para todos los gustos y lo que a algunos les parece fantástico, a otros no les gusta. Trabajar para cubrir las expectativas de todos y que aprenden y disfruten de todo es un grandísimo reto que cada día tengo más presente y más claro. Tengo que luchar para que mis clases proporcionen a todos mis alumnos lo que necesitan y para que sean tan variadas que puedan abarcar los intereses de todos. Difícil y apasionante a partes iguales.
Entre las actividades mejor valoradas están:
En 1º de Bachillerato: el tráiler sobre la literatura del siglo XVI; el Visual Thinking; la presentación el estilo René, la lectura dramatizada y el knolling.
En 2º de ESO: el #Anticuaderno (gana por goleada); las historias; la definición de oro; el teatro improvisado; el proceso de un libro y algunas actividades de expresión escrita.
Entre las menos valoradas:
En 1º de Bachillerato: la sintaxis; trabajar con teoría; las exposiciones y los comentarios.
En 2º de ESO: la sintaxis.
Está claro que tengo que darle una vuelta de tuerca a cómo hacer la sintaxis y las actividades más formales, como los comentarios de texto, más atractivas y motivadoras para mi alumnado.
Iniciativa creativa de los vecinos de Cazorla
Algún alumno pide hacer exámenes. Entiendo que sentirse evaluados sin «el instrumento» por excelencia, a algunos los desestabiliza (sobre todo a los que tienen notas muy altas) y piensan que no pueden explotar todo su potencial. Disiento y seguiré abogando por usar instrumentos diversos para poder evaluarlos. Creo que todavía tengo que ser más clara con los criterios de evaluación de cada actividad (la mayoría con rúbricas explicadas y colgadas en Classroom) y con el feedback tras cada actividad. Ahí aún tengo mucho que hacer, no puede ser que al recibir de vuelta una actividad solo miren el número y a muchos no les interese cómo mejorarla.
Quizás por esto algunos piensan que debería valorar más el esfuerzo que hacen, que, en mi opinión, es mayor así que con una prueba tipo examen. Esta forma de evaluar implica mucho más trabajo y que sea más continuo por parte del alumno. Centra el proceso de aprendizaje en ellos y cambiar esos esquemas cuando siempre lo han recibido de otra manera es complicado. No echo la culpa a nadie, solo digo que yo tengo que esforzarme mucho más para poder transmitirles que así aprenden mejor y que lo importante es aprender, no el número.
Por tanto… ¡sigo tejiendo!
Todo lo que queda por venir
Si miro al horizonte descubro que queda tanto por hacer, tanto por aprender, tanto por enseñar, tanto por compartir… Tanto por crear…
Dar clases a través de una pantalla es algo difícil de digerir si lo tienes que hacer de un día para otro y nunca lo habías experimentado antes. Y si encima quieres que tus clases y tareas sean entretenidas y motivantes para tus alumnos (porque sabes lo que están viviendo) casi diría que es un deporte de riesgo.
Aun así, si algo tuve claro desde que comenzó la dichosa pandemia que nos confinó en nuestras casas y nos hizo reaprender a vivir y reencontrarnos con nosotros mismos y nuestros seres queridos, es que la creatividad, palabra estrella en mis clases, iba a ser uno de los motores de las propuestas que hiciera a mis alumnos para que siguieran su proceso de aprendizaje de una forma similar a como ya lo hacíamos en el aula y, además, los mantuviera activos, entretenidos y motivados. (También, dicho sea de paso, si las actividades que les proponía eran creativas, les resultaría mucho menos atrayente copiarse unos de otros porque se haría patente la copia)
En fin, que dándole vueltas a actividades diferentes y revisando ideas que tenía guardadas para hacer en un futuro, me topé con el knolling, algo que desde hacía mucho tiempo había querido llevar a la práctica, pero no había tenido la oportunidad de hacerlo ni se me había ocurrido cómo.
Knolling
¿KNOLLING? MENUDA PALABREJA… ¿EN QUÉ CONSISTE?
El knolling es una técnica fotográfica en la que se realiza una foto de un objeto descompuesto en sus distintas partes, ordenadas y dispuestas de forma especial. Lo característico de esta fotografía es que se hace desde un plano cenital, es decir, desde arriba. Así, si buscamos ejemplos de knolling por las redes, encontramos desde tecnología (aparatos electrónicos descompuestos; distintos modelos de teléfonos…), pasando por herramientas de bricolaje o, incluso, los elementos que alguien lleva en su maleta de viaje (ropa, complementos, libros…). Es decir, con un poco de imaginación, puedes hacer knolling de cualquier temática. Lo que no puedes olvidar nunca es que todos los elementos de la fotografía están organizados y ordenados. Su posición, su postura… todo está medido y estudiado en este tipo de imágenes.
Knolling
KNOLLING EN CLASE: IMAGEN, ORALIDAD Y EVALUACIÓN
Me resultó muy atrayente la idea de hacer knolling con mis alumnos, o más bien, la de proponerles que ellos hicieran knolling sobre la asignatura. Pero, claro, que sólo hicieran una fotografía relacionada con la materia de Lengua y Literatura, me parecía demasiado pobre e insulso, así es que decidí ir un poco más allá: no sólo harían una foto, sino que también tendrían que explicarla. Y como era ya casi final de curso, esa actividad nos podría servir para evaluar el curso y hacer un resumen de aquello que les había parecido más interesante, atractivo…
De modo que me encontré con una actividad en la que se trabajaba:
Lo visual y la creatividad, pues debían pensar el asunto de la imagen, los elementos que llevaría, cómo estarían dispuestos, por qué esos y no otros…
La oralidad, ya que deberían explicarme en un audio desde el significado de la foto hasta la elección de objetos y demás. Gracias a @imgende (Ingrid Mosquera, dinamizadora de formación en redes y descubridora de cientos de aplicaciones y recursos muy útiles en el aula) me pareció oportuno que usaran Vocaroo, una plataforma de grabación de audios extremadamente sencilla y con la peculiaridad de que, al tiempo, ese audio se borra y desaparece de la red.
La autoevaluación, puesto que en la foto tenían que plasmar un resumen de lo que había supuesto la asignatura para ellos, destacar lo que más les había gustado o elegir un tema o elemento que tuviera posibilidades a la hora de realizar la fotografía.
Con estar tres premisas ya tenía la actividad montada y sólo quedaba
perfilar algunos detalles y presentarla a los alumnos, a ver cómo funcionaba y
qué les parecía.
La actividad sería valorada con una rúbrica que creé yo misma y de la que los alumnos dispondrían desde el principio para poder ceñirse a los aspectos más importantes como la entrega a tiempo de la actividad; la calidad de la imagen; la calidad del audio; la duración del audio (entre dos y cuatro minutos); el cuidado en la entonación, fluidez, pronunciación…; la adecuación en la expresión; el contenido y la creatividad.
Rúbrica
Los audios debían estar estructurados en tres partes: presentación del alumno y de la actividad; desarrollo y explicación de la fotografía; conclusión y despedida.
EL RESULTADO
Knolling
Tengo que reconocer que cada vez que propongo una actividad de este tipo
a mis alumnos, superan mis expectativas con creces y en esta, no iban a ser
menos. Pero, si tuviera que destacar algo de manera especial sería:
La calidad de las fotografías y el interés con el que seleccionaron los elementos de los que se iba a nutrir la imagen y la creatividad de muchas de ellas.
El cuidado en la expresión en los audios: la correcta pronunciación, el ritmo tranquilo, pero sin pausas ni silencios.
Knolling
El feedback que recibí del alumnado respecto a esta actividad fue muy positivo, se sintieron libres para crear sus knolling y los correspondientes audios y, además, disfrutaron enormemente planificándolos y haciéndolos. Esto me lleva siempre a una misma conclusión: es necesario potenciar la creatividad en las aulas (físicas o virtuales), ya que el alumnado se implica más en el proceso de aprendizaje, este se convierte en un aprendizaje significativo y se sienten muy motivados y orgullosos de lo que pueden lograr.
Knolling
Este artículo fue publicado el 1 de octubre de 2020 en Ineverycrea. Al haber cerrado la página, lo vuelvo a publicar aquí íntegramente, tal cual apareció en ese momento.
En este 2021 me he propuesto escribir un post cada mes para reactivar un poco el blog. Así es que aquí estoy, dándole vueltas a qué actividad puedo compartir o de qué tema puedo hablar, pero la verdad es que lo que me apetece es hacer una reflexión sobre lo que ha sido el primer trimestre y sobre ideas que me rondan la cabeza desde hace tiempo. Creo que va a ser un post de desahogo, más que otra cosa.
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El primer trimestre
A este título habría que ponerle una música de fondo al más puro estilo de las películas de miedo. (Me imagino la famosa melodía de instrumentos de cuerda de Psicosis y… )
Y es que ha sido el primer trimestre más duro y extraño de todos los que he vivido en los diecisiete cursos que llevo trabajando como profesora.
Comenzar el curso después de un confinamiento, con miedo, con tantas normas, sin poder trabajar como lo hacía siempre, me creó mucha incertidumbre. Logré superarla pensando que tenía que reinventarme y marcarme unos objetivos sencillos para poder cumplir y que mis alumnos los conocieran para que pudieran «darme un toque» si me alejaba de ellos o no los cumplía.
Estos eran (bueno, lo siguen siendo)
Reinventarme
Sin duda lo primero que pensé que debía hacer era reinventarme. Pensar cómo podía dar mis clases sin saltarme las normas ni arriesgar la salud de nadie, pero sin perder la esencia de mi forma de enseñar.
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Lo intenté y lo sigo intentando. He tenido que dejar atrás mucho trabajo colaborativo y actividades que implicaban movimiento por la clase (sobre todo en la ESO), pero he puesto todo mi interés en no convertirme en un autómata que llegue a clase, limpie, pase lista, abra las ventanas, hable durante el tiempo que queda y se vaya a otra clase.
Los primeros días me causó mucha tristeza ver a los alumnos tan callados, tristes, serios, asustados… Todos siguiendo las flechas de dirección que hay por todos los suelos de todos los pasillos. Luego se me ocurrió una idea sobre las flechas que llevaré a cabo en el segundo trimestre y que ya contaré cuando la finalice.
Las flechas me cuestionaron mucho y me hacían sentir que tenía que seguir el camino que nos habían marcado y que no me podía salir de él. Y me asfixiaban. No soy de incumplir normas, pero tampoco soy de hacer lo que hacen los demás. Así es que… ¡imaginad! Hasta unas simples flechitas en el suelo me habían removido por dentro.
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Ahora convivo con ellas, no me gustan, pero las respeto, aunque tengo que decir que hay días en los que me encuentro de forma inconsciente andando como una kamikaze en sentido contrario. Pego un salto y vuelvo al «camino». Pero como les dije un día a mis alumnos de Bachillerato: «se pueden seguir las flechas y caminar haciendo eses». Tendremos que salirnos de la monotonía de alguna manera ¿no?
Aprender. Hacer aprender. Emocionar.
Un segundo objetivo tan «sencillo» como el primero.
La primera que tiene que tiene que seguir formándose soy yo. Porque la enseñanza cambia de un día para otro. Ahora resulta que damos clases semipresenciales; tenemos la mitad de alumnos en casa y la otra en clase. Nos conectamos con ellos por plataformas que nos han permitido bajar la ratio y que sigan aprendiendo, pero antes he tenido que aprender yo.
Y no sólo aprender a usar de estas plataformas y medios técnicos (que ya usaba antes), sino también en cuanto a nuevas metodologías, nuevos modos de llegar a mis alumnos, nuevas maneras de intentar hablar sus lenguajes para no sentir que me quedo estancada y que me alejo de ellos. Porque creo que si permanezco cerca de ellos podré hacerles aprender mejor.
No enseñar, hacer aprender. Que los protagonistas son ellos y que con tanto acceso a la información, con la velocidad a la que todo va cambiando, con las nuevas profesiones que surgen y las demandas respecto a estas, hay que ayudarles a que aprendan. El «aprender a aprender» que seguro que a muchos les suena…
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Emocionar. He comprobado que, después de muchos años, los alumnos recuerdan los contenidos de aquellas clases en las que se divirtieron, de aquellos trabajos que fueron «diferentes», de aquellas actividades que rompieron la monotonía y que, aunque debajo tenían una base de contenido, venían envueltas en un papel de celofán que las hacía más llamativas.
Transmitir mi amor por la Lengua y la Literatura
Hoy, precisamente, les decía a mis alumnos de un 2º de ESO, que yo amaba a las palabras y que, para mí, una imagen no valía más que lo que podían transmitir mil palabras (Ha sido una reflexión que hemos hecho a raíz de intentar llegar a una definición de qué es un texto)
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Pues eso, que quiero seguir transmitiendo mi amor por las palabras y por los libros. Por esta razón, a veces, como hoy, me llevo libros a clase, los saco, con cualquier pretexto, y les hablo de ellos. (Como con Las almas de Brandon, de César Brandon (@CesarBrandon93); o con los hilos y libros de Nando López (@Nando_Lopez_); o con los libros que me leo y que cuelgo en Instagram para que les pique el gusanillo; o con mis libros «curiosos»; o con lo que sea…)
Inseguridad
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Pero… ¿por qué después de todo lo dicho titulo un apartado como «inseguridad»?
Porque me siento así. Porque a pesar de haberme fijado esos tres objetivos y de que hacerlo me sirviera para calmar mis incertidumbres, este año más que nunca pienso si lo estaré haciendo bien. Si mis alumnos están aprendiendo. Si aquello en lo que creo y que intento transmitir es lo correcto.
Lo pienso casi a diario, no lo puedo evitar. Dudo. Desconfío. En ocasiones me siento cuestionada…
Será por la pandemia. Le echaré las culpas a la COVID. Es una buena excusa.
Tendré que pensar, cuando todo esto acabe (frasecita del año), si la fue la pandemia la me hizo sentir más insegura de la cuenta o si había otros motivos. Por lo pronto, ella se carga con el mochuelo.
Cuando hace cosa de un mes recibí un correo de Miguel Griot ofreciéndome su libro Los diarios de Tony Lynx. El libro del poder, porque podría resultarme interesante, no lo dudé ni un momento y le dije que sí, que estaría encantada de leerlo y, por supuesto, de hacer una reseña sobre él.
Antes de nada…
Lo primero que hice fue buscar el libro en Internet, para obtener una idea de qué trataba y qué me iba a encontrar, aunque Miguel en su correo, ya me había dado algunas pistas sobre su contenido y había logrado captar mi atención. Lo que no sabía yo es que, al bucear por su web y leer un poco más, Los diarios de Tony Lynx estaban inspirados en Las aventuras de la mano negra de Hans Jürgen Press, uno de mis libros preferidos de la infancia. Esto me hizo entusiasmarme aún más y desear con ansias leerlo para volver a recordar aquellas lecturas infantiles.
De esta primera aproximación me llevé también una sorpresa con la portada. Dicen que no debemos juzgar un libro sólo por ella… o sí ¿por qué no?, puede ser uno de los elementos que genere interés sobre un libro o, por otro lado, puede conseguir que no le dediques ni un vistazo. La estética, las ilustraciones, los colores, el tipo de letra… Todo me resultó motivador. Más ganas de leerlo.
Pero también quiero confesar algo. Cuando recibí el libro (por cierto rapidísimamente desde que le dije a Miguel que me interesaba), tuve una motivación añadida: le propuse a mi hijo mayor (ocho años) que lo leyéramos juntos y que me ayudara con la reseña. Aceptó encantado, así es que… más ganas aún de leerlo.
Los diarios de Tony Lynx
¿De qué trata Los diarios de Tony Lynx?
Sin querer hacer «spoilers» del contenido, Los diarios de Tony Lynx es un trepidante viaje en el que acompañamos al investigador Tony Lynx y a Rose Abbey en la búsqueda del padre desaparecido de esta, por exóticos y variados escenarios de distintas partes del mundo: Londres, Damasco, Hong Kong, Asia Central…
Tony y Rose deben ir resolviendo una serie de misterios que se les van presentando para poder continuar su viaje y descubrir el paradero de Leopold Abbey.
Los misterios
Esta ha sido, sin duda, mi parte favorita del libro: resolver los misterios junto a Tony y a Rose. Al final de cada capítulo nos encontramos con un reto para poder pasar a la página siguiente y dar un paso más para acercarnos a Leopold, padre de Rose. Las ilustraciones son esenciales para poder resolverlos ya que en ellas se hayan escondidas las pistas que te harán llegar a una conclusión. No quiero continuar sin resaltar el estupendo trabajo que ha realizado Álvaro Ortiz al dar forma e imagen a los lugares y personajes ideados por Griot. Las ilustraciones son llamativas, coloridas y esconden gran cantidad de detalles. Es una delicia perderse en ellas y buscar la solución a los enigmas junto a Tony y Rose.
Entonces ¿es recomendable el libro de Los diarios de Tony Lynx?
¡Por supuesto!
Es un libro entretenido, fácil de leer y ayuda a agudizar el ingenio. El hecho de que esté organizado en capítulos de una página junto con su ilustración correspondiente y el misterio para resolver hace que la lectura sea fluida y muy amena.
Lo recomendaría para cualquier edad (mi hijo está en 3º de Primaria y se lo ha bebido). Podría ser válido hasta para lectores de 1º de ESO, para sesiones de lectura y expresión oral, no sólo porque se pueda reflexionar y argumentar las diversas soluciones que se les vayan ocurriendo a los alumnos, sino porque se puede fomentar la oralidad a través de descripciones de las imágenes, anticipar qué va a ocurrir después, inventar nuevos capítulos, extender los diálogos de los personajes o comprobar la información que conocen sobre los lugares y culturas con los que se van topando los protagonistas.
Y para finalizar ¿qué opina Alejandro?
A mí me ha parecido un buen libro, muy chulo. Tiene algunos enigmas más difíciles de resolver, que me han supuesto un reto.
La historia de Tony Lynx y Rose Abbey ha sido lo que más me ha gustado. Ha habido enigmas que me han resultado muy entretenidos e ingeniosos. Entre ellos, con el que más he disfrutado ha sido con el enigma del capítulo llamado «La vela y las tres cajas» donde Tony y Rose tienen que averiguar un truco de magia que les propone el director de un circo para entrar a formar parte de su troupe y participar con todos los artistas en la fiesta del Kahn Manchú. ¡Es que me encantan los trucos de magia!
Además, las ilustraciones son más buenas que las de la mayoría de libros que he leído porque tienen mucho color y porque son importantes para la historia ya que tienes que fijarte mucho en ellas para resolver los enigmas.
Recomendaría este libro a todos los niños de ocho años, da igual que les guste leer o no, porque seguro que se enganchan con él.
Hace falta creatividad. Lo llevo diciendo desde hace mucho tiempo. Mis alumnos son creativos. También se lo digo a ellos constantemente. Pero ahora voy a hablar de la creatividad en los tiempos del coronavirus. (Como El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez)
La creatividad, según el DRAE, es la ‘facultad de crear’, en su primera acepción y ‘capacidad de creación’ en la segunda. El que crea algo es creativo. Y para crear no necesitamos más que usar nuestra imaginación. Crear es fácil porque no se ciñe a ningún patrón (¡cuántas veces habré repetido eso a mis alumnos!)
«Tenéis que hacer un folleto publicitario de una ciudad inventada»– les digo.
«¿Cómo? No sé. ¿Cómo lo hago? No tengo ni idea»– me contestan siempre.
«Pero si lo más fácil es inventar porque nadie os puede decir que está mal. Ha salido de vuestra imaginación y es lo que vosotros habéis querido que sea» — algunas caras de sorpresa, otras de incredulidad, algunos con la de «aún no me lo creo, no te quedes conmigo».
Así llevo muchos años diciéndoselo a mis alumnos y así lo digo ahora en esta «extraña» época que estamos viviendo: vamos a utilizar la creatividad para intentar salir medio cuerdos de todo esto.
Pocos profes están pidiendo tareas creativas a sus alumnos. Tareas que hagan que sus mentes se evadan de la realidad y que, por un rato, ayuden a que piensen en otra cosa, o mejor, que no piensen y que se dediquen a «crear».
Desde mi punto de vista, no se trata de volvernos locos y volverlos locos con cantidades ingentes de actividades que no seríamos capaces ni de hacer nosotros mismos en una hora de clase, (lo veo en mis alumnos, pero también lo veo en mis hijos). No se trata de avanzar materia y explicar con vídeos cosas que no hemos visto en clase, cuando nunca hemos usado el sistema Flipped (que, por otro lado, no consiste simplemente en colgar vídeos con contenidos que queremos enseñar y que aprendan). No se trata de abrumar, ni de agobiar… ¡NO!
Se trata de acompañar, se trata de hacer más llevadera la situación, se trata de mantenernos y mantenerlos ocupados, se trata de evadir nuestros pensamientos y liberarnos del «encierro». Y para hacer todo esto, lo que necesitamos es CREATIVIDAD.
Os mentiría si os dijera que no he mandado tareas a mis alumnos. He mandado alguna ficha de sintaxis en 2º de ESO, he mandado algunos ejercicios de morfología en 1º de ESO, he mandado sintaxis y reflexión lingüística en 1º de Bachillerato. Pero también les he mandado leer algún libro. Les voy a mandar ver alguna obra de teatro online. Quiero que hagan alguna actividad de escritura creativa y, por supuesto, les he ofrecido una versión del #Anticuaderno #yomequedoencasa.
Por ahora la tienen colgada en Classroom los de 2º de ESO, que son con los que trabajo el #Anticuaderno, pero a través del blog, de las redes sociales y del resto de mis grupos de Classroom la voy a ofrecer a todo el que quiera: alumnos de cualquier curso, antiguos alumnos, compañeros profes, madres y padres, a mi familia…
Así es que, la creatividad en los tiempos del coronavirus tiene que fluir y tenemos que dejarla brotar. Usemos nuestra mente para generar pensamientos positivos: rayos de sol para días de lluvia, como he querido llamar a estos pensamientos. He aquí mi propuesta.
Y os animo a todos los que queráis participar y que «creéis» algo, que compartáis vuestra experiencia o el producto final o vuestras sensaciones… en los comentarios del post, en Twitter o en Instagram, en Classroom, por mail, como sea, pero que saquéis vuestras emociones y nos hagáis partícipes a los demás de vuestra creatividad.
#Anticuadernoyomequedoencasa #claselenguaberta
Seguro que, al menos, pasamos un rato divertido y estamos entretenidos. Eso os lo garantizo.
Acabamos de terminar la literatura del siglo XVI en 1º de Bachillerato y creo que, tanto mis alumnos como yo, estamos muy contentos con el resultado. Os lo cuento.
¿En qué ha consistido?
En mi afán de abrir mis clases y de que mis alumnos aprendan muchos más contenidos y habilidades que no son los exclusivos de la asignatura de Lengua y Literatura, elaboré una secuencia didáctica para trabajar la literatura del siglo XVI con mis grupos de 1º de Bachillerato. El trabajo se componía de dos partes: primero, una investigación sobre el contexto del siglo XVI, sin ahondar en aspectos literarios; segundo, investigación sobre un autor, en algún caso obra, representativo del siglo XVI.
Contexto del siglo XVI
Esta primera parte del trabajo era más formal, ya que los alumnos debían investigar sobre el siglo XVI en, al menos, tres fuentes distintas (podían ser más, por supuesto) y sintetizar toda la información en un genial.ly, herramienta con un sinfín de posibilidades a la hora de hacer cualquier tipo de presentación. Mi intención no sólo era la de que se situaran en el siglo XVI y conocieran la política, cultura, economía, pensamiento… de esta época, sino que supieran plasmar todo eso de una forma visual y llamativa. Por ello, era obligatorio utilizar Genial.ly, para que aprendieran a manejar otra herramienta distinta y más versátil que las que están acostumbrados a emplear (digamos Power Point).
Todavía me queda por repetir muchas veces que una presentación debe ser VISUAL y que no pueden hacer diapositivas en las que sólo haya texto, en las que el texto sea más importante que la imagen o en las que no aparezcan elementos resaltados del textos. Pero ha habido un cambio notable en las presentaciones que hicieron en la primera evaluación y en estas. Todo se andará. Estamos en ello.
Tras la búsqueda de información y elaboración del genial.ly vinieron las exposiciones orales. Resultaron muy repetitivas y algo aburridas, claro, no se les ocurrió realizar las presentaciones de una forma más creativa. Esto me dio pie para presentar la segunda parte de la actividad en la que iban a tener que realizar todo un derroche de creatividad.
Puesta en escena sobre los autores del siglo XVI
De nuevo partían de la investigación, esta vez sobre la vida y la obra de un autor que les había asignado (o sólo de alguna obra):
Garcilaso de la Vega
Fernando de Herrera
San Juan de la Cruz
Fray Luis de León
Santa Teresa de Jesús
Fernando de Herrera
Miguel de Cervantes
Autores treatrales como Lope de Rueda, Juan del Encina, Gil Vicente, Torres Naharro y Lucas Fernández
La obra del Lazarillo de Tormes.
Una vez que recabaran toda la información que pudieran sobre la biografía del autor y su bibliografía debían hacer lo siguiente:
Preparar una puesta en escena donde el autor se presentara y expusiera su vida y su obra. Para ello podían seleccionar tres objetos que les parecieran representativos del autor e hilar la exposición a partir de la explicación de esos tres objetos.
Realizar un perfil de Instagram del personaje en cuestión en el que debían poner ocho fotos (caracterizados) de la biografía y otras ocho de la obra (momento de composición, inspiración…)
Además, o bien durante la puesta en escena o al final, tenían que presentar tres textos o fragmentos de las obras más importantes del autor y una breve interpretación de estos.
Por último, era esencial que incluyeran una actividad final motivadora para que la hicieran sus compañeros.
Ahora sí empezó a volar la creatividad y hemos tenido de todo, desde un Fray Luis un poco canalla porque no quería estudiar, hasta una máquina del tiempo que nos ha traído al autor en cuestión a clase, pasando por actuaciones estelares dignas de un Óscar: Garcilaso, Cervantes, el Lazarillo, San Juan…
También incluí una novedad. Generalmente los alumnos que no exponen o que no hacen la puesta en escena suelen distraerse y evadirse, así es que organicé las puestas en escena de modo que siempre había dos grupos tomando apuntes con las notas Cornell y otros dos coevaluando al grupo que estuviera haciendo la puesta en escena (así el feed-back no venía sólo de mi parte, sino de las compañeros y todos aprendían a ser más críticos con el trabajo de los compañeros y con el suyo propio)
Conclusiones
Les ha resultado más divertido, se han «picado» mucho haciendo las actividades finales (muchos grupos han hecho concursos con herramientas como Quizizz o Kahoot, ¡Bravo!), recuerdan mejor los datos más importantes al haber preparado, escuchado o anotado las exposiciones, se han reído mucho al elaborar los perfiles de Instagram de sus autores. También han tenido que emplear bastante tiempo en hacer las fotos (aunque menos que en estudiar) y ha habido algún que otro conflicto entre los miembros de algunos grupos, pero han aprendido a resolverlos y se han crecido después de superar sus problemas.
Competencia digital, competencia de aprender a aprender, competencia en comunicación lingüística, competencias sociales y cívicas, sentido de la iniciativa, conciencia y expresiones culturales… Un resultado muy enriquecedor.
(Si queréis ver las fotos completas, pinchad aquí)
¿Sin exámenes? Así es, yo ya no hago exámenes. Quizás este post no sea del agrado de muchos, no lo pretendo. Ni molestar ni criticar a los que los hacen y creen en ellos. Simplemente a mí ya no me valen y quiero explicar por qué.
El origen
Hace tres cursos, charlando con una amiga que también es profesora, nos cuestionábamos cómo evaluar a los alumnos en Bachillerato, puesto que sólo con una o dos pruebas… no podíamos comprobar verdaderamente si un alumno había aprendido. Mi amiga estaba experimentando y yo decidí probar también. Así es que, en el curso 17-18, en la tercera evaluación, con un grupo de 1º de Bachillerato me lancé a evaluar sin exámenes.
¿Sabéis la primera conclusión a la que llegué? Que valorando todo el trabajo que hacían los alumnos y dosificándolo a lo largo del trimestre suspendieron los mismos que en las evaluaciones anteriores no habían hecho nada. Y que el alumnado trabajador que pinchaba en los exámenes, de este modo tenía una oportunidad de oro para sacar la materia adelante.
También tengo que decir que, por contra de lo que piensen algunos, evaluar sin exámenes conlleva muchísimo más trabajo que hacerlo con ellos: hay que pensar más las actividades y elaborarlas mejor, hacer plantillas y rúbricas de corrección…
Imagen libre de derechos tomada de Pixabay.
En el curso siguiente…
Con la buena experiencia del curso anterior decidí que no haría exámenes en ningún nivel. Y ese año tendría dos 2º de Bachillerato. ¡Qué osada! Reconozco que dudé mucho tiempo de si debía hacerlo o no. Al final, sólo para 2º de Bachillerato opté por una solución intermedia (sí, a causa de la temida Selectividad): hacer pruebas únicamente de la teoría de los temas de Literatura una vez que los hubiéramos trabajado en clase y dedicarles sólo media hora a dichas pruebas.
Es decir: primero proporcionaba el tema teórico a mis alumnos (a través de una carpeta compartida ubicada en este blog). A continuación les proponía actividades diversas para que tuvieran que leer y trabajar el tema: concursos en los que ellos debían elaborar las preguntas, Visual Thinking, pequeñas investigaciones, exposiciones orales… Acabábamos siempre con la «prueba»: treinta minutos y sabiendo qué tema entraba porque era el que habíamos visto en clase. No estudiarlo era evidenciar que no lo habían trabajado y que había falta de interés.
(Aquí me gustaría hacer un inciso para decir que podría no haber hecho estas pruebas ya que, en Andalucía con el cambio del modelo de examen de Lengua en Selectividad, la pregunta teórica sólo valía, (vale) un punto, pero no iba a ser yo quien les dijera que no lo estudiaran. Los temas quedaron todos vistos, la decisión de estudiarlos o no estaba en sus manos.)
En el resto de niveles, hacía pequeñas pruebas para las que ni siquiera avisaba porque siempre las realizábamos tras acabar algún contenido interesante. Pero tampoco me convencía. Si es sin exámenes, debo evaluar sin exámenes, me decía a mí misma.
Imagen libre de derechos tomada de Pixabay.
Resultados
Imagino que os interesará saber cómo fueron los resultados en Selectividad. La mayoría de mis alumnos aprobó Lengua. Alguno suspendió. De los alumnos que sacaron mejores notas hubo varios que estudiaron los temas teóricos con los Visual Thinking hechos en todo el curso. Y quiero contar la anécdota de una alumna que rozó el sobresaliente (8,75, creo recordar). Escogió la opción de examen donde la pregunta teórica era «La poesía desde los años 70 a nuestros días». No se había mirado ese tema, pero se acordó del trabajo que habíamos hecho en clase en el que habían tenido que investigar sobre las vertientes de la poesía actual, reflexionar sobre los modos de hacer y difundir la poesía hoy en día y habían tenido que intentar interactuar con un poeta actual y hacerle alguna pregunta en relación con su forma de escribir, sus orígenes… Todo esto lo expusimos en clase. Así es que decidió elaborar en el momento su respuesta. ¡Salió muy contenta! Y el resultado fue bastante bueno.
En los demás niveles el índice de aprobados aumentó ligeramente debido a lo que ya he dicho antes: de esta manera el alumno que trabaja obtiene un buen resultado frente al temible examen en el que, al que le cuesta más trabajo estudiar y memorizar, falla.
En la actualidad
Tampoco hago pequeñas pruebas. Actividades de diversa índole que voy evaluando o que van autoevaluando ellos. Visual Thinking, cuestionarios, realización de tareas en grupo, exposiciones orales, reflexiones sobre cuestiones de Lengua o Literatura, expresiones escritas, juegos… Todo se puede evaluar (bueno, la creatividad no aparece en ningún estándar, pero de eso hablaré en otro post) siempre y cuando busquemos la manera de hacerlo. Ahora, me fijo más en los criterios (y estándares) para elaborar las actividades que voy a evaluar, aunque todavía tengo que mejorar en este aspecto. Ahora (desde hace dos o tres cursos) también he desterrado el libro de texto de mis clases y me siento menos encorsetada (que me disculpen las editoriales), más libre.
Ahora mis alumnos trabajan más y mejor. Y yo más. Pero veo que aprenden, que disfrutan y que están relajados en clase. Al menos mi asignatura no les genera estrés.
A mí me merece la pena. Cuando vea que el método hace aguas, tendré que volver a pensar cómo hacerlo, mientras tanto, como CREO que funciona, sigo trabajando así. No es ni mejor ni peor que hacer exámenes. Es mi forma de enseñar.
Imagen libre de derechos tomada de Pixabay.
¿Os gustaría compartir vuestras opiniones y/o experiencias al respecto? Os espero en los comentarios. Y si le echáis un vistazo al blog y a las actividades y os gustan, me encantará saberlo.
Esta semana ha sido rara y emocionante a la par: no todos los días cuelgas un vídeo en Twitter de una actividad de clase y se hace viral. De ahí surge este post, de un intento de reflexión sobre lo ocurrido y lo que seguirá ocurriendo… De cuando un vídeo del mester de juglaría se convirtió en viral: orígenes y conclusiones.
Los orígenes
Para hacer más interesantes las exposiciones orales que mis alumnos de 1º de Bachillerato debían hacer sobre la Literatura medieval, decidí buscar un formato y un nombre distintos. Ya sabemos que muchas veces, con sólo renombrar una actividad, obtenemos mucha más motivación e interés por ella que con el nombre «académico» u «oficial». Por ejemplo, hay veces que he querido trabajar la ortografía en clase. Si llego y digo que voy a hacerles copiar listas de palabras para mejorar su ortografía, seguramente sólo obtenga un «bua» por respuesta. Pero si digo que vamos a hacer un «concurso» de ortografía… la cosa cambia, de verdad.
Así es que, me pareció oportuno que la exposición oral adoptara el formato de las charlas TED. Los alumnos se convertirían en especialistas sobre un tema y, de algún modo, debían inspirar emoción por ese tema (como los auténticos ponentes TED).
Organicé los contenidos de la Literatura medieval hasta el siglo XV incluido y ofrecí el listado a mis alumnos. Tenían que elegir el tema que más le llamara la atención o les gustara. Muchos me preguntaron por algunos pues los desconocían. El proceso de selección fue interesante.
La charla tenía algunos requisitos que debían cumplir:
Durar cuatro minutos (segundo arriba, segundo abajo)
Realizarla sin leer ningún papel (o con un guion, a lo sumo, que no se debía tampoco leer, únicamente servir como apoyo)
Demostrar rigor y profundidad en el tema.
Podían darle el formato que quisieran.
Emplear un lenguaje adecuado.
La evaluaría con una rúbrica (si la quieres ver pincha aquí) que previamente les había proporcionado en la carpeta de materiales que comparto con ellos.
Entonces… ¿qué pasó?
Un alumno, Carlos, de uno de los dos grupos de 1º de Bachillerato que tengo, me dijo que se le había ocurrido una cosa y que… no me iba a contar nada más, que me quería sorprender.
Llegó el día, pedí voluntarios, Carlos salió el segundo, sacó su guitarra y puso una presentación en la pizarra. Un compañero suyo me animó a grabarlo. Carlos comenzó a tocar en la guitarra unos acordes que sonaban totalmente a música medieval y, al más puro estilo de los juglares, empezó a cantarnos su tema, que no era otro que el Mester de juglaría. El silencio en la clase era sorprendente. La música y Carlos con ella nos cautivaron. Pero cuando llegó al estribillo e hizo una comparación entre los juglares y los raperos modificando el ritmo y la música de la canción como si fuera un rap… Eso fue increíble. En realidad es de las cosas más increíbles que me han ocurrido en clase en estos dieciséis años que llevo trabajando como profesora.
¡Era perfecto! Pues la canción no sólo estaba bien compuesta, era pegadiza, se adaptaba a la idea del juglar, sino que también el contenido era lo que había pedido: hablaba sobre el mester de juglaría. ¡Carlos había asimilado los contenidos de la mejor manera posible, desde la práctica!
Al acabar, el aplauso fue atronador y lo único que pude decirle, para ir recuperándome un poco de la emoción, fue que si podía darle un abrazo. ¡Sí! Muchos han preguntado su obtuvo el diez. ¡Por supuesto!
El tweet viral
Dejé pasar unos días (tuvimos puente) y a la vuelta le dije que si le importaba que lo colgara en Twitter, como muestra del buen hacer en clase. Me dijo que no tenía problema.
Un martes por la tarde subí una parte del vídeo a mi cuenta de Twitter en la que comparto contenido educativo y actividades que hago con mis alumnos, pensando que le gustaría a unos cuantos profes de los que me siguen. Lo que pasó después fue increíble.
El vídeo empezó a tener muchos «me gusta» y mucha gente empezó a felicitarnos. Empecé contestando a todo el mundo (como intento hacer siempre), pero a la mañana siguiente, cuando abrí Twitter y vi las reproducciones y los «me gusta», me asusté. ¿Qué ha pasado? ¿Qué está pasando? Aquello se compartía y se comentaba a una velocidad que se escapaba a mi alcance. No podía contestar a todo el mundo que me había escrito. Me fui al instituto y comencé mi jornada con normalidad. A mitad de mañana me estaban intentando localizar por todas partes porque ABC quería publicar una noticia sobre el vídeo y querían hablar con Carlos y conmigo.
Fotografía libre de derechos tomada de Pixabay
Llamamos a los padres de Carlos, que no pusieron impedimento alguno en que saliera en el periódico y, al final de esa mañana estábamos en la edición digital de ABC. Pero es que, al día siguiente, varias cadenas de televisión y varios programas de radio querían venir al instituto, grabarnos, entrevistarnos, hablar de nosotros. Estuvimos dos horas y media atendiendo medios y, tengo que decir que mientras, las reproducciones y los «me gusta» seguían creciendo a un ritmo vertiginoso. Cada vez que lo mirábamos, nos sorprendíamos más porque parecía de película.
Hoy todavía siguen retwiteando y haciendo comentarios al vídeo, aunque, ni mucho menos al ritmo de los primeros días.
Bueno ¿y con todo esto, qué?
Con todo esto hemos vivido una experiencia única y que seguro nunca olvidaremos.
Además, con todo esto Carlos ha abierto puertas y ventanas para que lo conozcan y para expandir su música, su talento y su creatividad.
También nos ha dado, al menos a mí, sobre el poder que tienen las redes sociales a día de hoy. No se sabe muy bien el origen, pero cuando los engranajes de las redes empiezan a moverse… Hay que tener muy claro que ya no los puedes parar.
Para mí ha sido un orgullo que, después de todos los años que llevo trabajando, aprendiendo, intentando innovar y llevando la creatividad a mis clases, se haya reconocido mi trabajo. No nos pasa a todos los que estamos en la profesión, pero debería. Por eso me gustaría ser la cara visible de otros muchísimos que, igual que yo, no sólo creen en lo que hacen, sino que aman su trabajo, disfrutan con él y llevan el saber y el conocimiento a sus alumnos como mejor pueden.
«Compartir es vivir» dicen…
Fotografía libre de derechos tomada de Pixabay
Por eso este blog, por eso mi cuenta de Twitter y de Instagram, para compartir lo que a mí me funciona y le gusta a mis alumnos. Para que otros profes y otros alumnos puedan también deleitarse de actividades que nacen desde el corazón, con la intención de llegar a los corazones de mis alumnos y engancharlos.
Vista del Tweet
Por eso este blog, por eso mi cuenta de Twitter y de Instagram, para compartir lo que a mí me funciona y le gusta a mis alumnos. Para que otros profes y otros alumnos puedan también deleitarse de actividades que nacen desde el corazón, con la intención de llegar a los corazones de mis alumnos y engancharlos.
Y, por supuesto, porque hay que ofrecer ventanas para que se vea que dentro de las aulas hay personas maravillosas, creativas, motivadas, con interés… y no sólo esa juventud perdida de la que siempre se habla. A la juventud perdida también se la puede encontrar, también la podemos guiar, podemos y debemos ayudarlos a que no se desorienten, a que se aferren al conocimiento y buen uso del lenguaje como una de las armas más poderosas que hay; a que acudan a la Literatura como refugio, como consuelo, como diversión y fuente de entretenimiento.
La Lengua y la Literatura como faro de los jóvenes.
La cultura como uno de los pilares esenciales para construir la sociedad de hoy día.
(Antes de leer la reseña… ¡Aviso! Puede haber algunos pequeños spoilers.)
Lo primero que me llamó la atención de Annie en mis pensamientos cuando cayó en mis manos fue la fecha de publicación, creía que era un libro actual, escrito desde el hoy y, sin embrago, me encontré una obra de 1982 (¡escrita hace 37 años!) que trata de la relación y del descubrimiento del amor entra dos chicas: Liza y Annie.
¿Quién nos cuenta la historia?
El libro está
escrito a varias voces. Liza, narradora principal y una de las protagonistas, evoca
cómo empezó todo, cómo conoció a Annie y cómo surgió el amor entre ellas casi
sin darse cuenta (o quizás sí se daban cuenta, pero no querían admitirlo). Por
otro lado, Liza, desde el presente escribe a Annie una carta en la que
reflexiona sobre lo que las aleja en la actualidad y nos hace entrever el
motivo de su separación unos meses atrás. Finalmente, un narrador en tercera
persona mira a Liza escribir a Annie y se adentra en su mente y en su corazón.
Entre las tres voces y a caballo entre el pasado y el presente, conocemos a Liza y a Annie y todo lo que les ocurrió.
Un poco de reflexión…
Annie en mis pensamientos es una obra muy necesaria. Una historia de amor entre dos chicas. Liza y Annie se conocen y algo imperceptible, pero mágico ocurre. Es difícil de explicar hasta para ellas, que no le ponen nombre hasta mucho más adelante. ¡Qué fácil es para una pareja heterosexual enamorarse! No hay que asumir nada, ni darse cuenta de nada, es obvio que lo que sienten es amor. Sin embargo, ¡qué difícil resulta para dos chicos o para dos chicas, darse cuenta de que lo que están viviendo y experimentando, va más allá de la amistad, sobrepasa los límites de ella… de que es amor! Así, en la obra vamos descubriendo, a medida que Liza y Annie lo hacen, cómo se sienten. Está descrito de una manera tan delicada y tan tierna, que es imposible no enamorarse de los dos personajes y querer que consigan ser felices.
Pero…
Pero en todo
relato amoroso siempre hay una dificultad, un problema, un agujero negro… y el
de Liza y Annie no iba a ser menos, el descenso a los infiernos se va intuyendo
a lo largo del libro en una trama secundaria sobre la escuela privada de Liza que
se una a la principal y que hace estallar el desastre cuando ambas están
completamente desarmadas.
Una montaña rusa de sensaciones, la subida es dulce, divertida; la caída… pone a Liza y a Annie y, por tanto, a los lectores, con el corazón en un puño o, más bien siguiendo el símil de la montaña rusa, con el estómago en la garganta.
Los libros son espejos donde mirarnos
¡Cuántos adolescentes, cuántos jóvenes, cuántas chicas no se habrán visto abocados a una historia como la de Liza y Annie! Sin referentes, sin apoyos y sin comprensión por parte de los demás. Con el monstruo del miedo acechándoles y estropeando un primer amor adolescente que sólo se vive una vez.
“La verdad nos hace libres” dice Liza cuando comprende y se hace fuerte para afrontar el amor. “Ya no hace falta que finjamos ser otras personas nunca más” dice Annie en otro momento de la narración. Ojalá que Liza, Annie y lo que vivieron sirva como aliciente a tantos chicos y chicas LGBT, que creen sentir diferente a los demás, para comprender que no son diferentes, que su amor no es distinto al del resto, que el amor, no tiene calificativos, porque es tan sólo eso… ¡AMOR!